Echar barro a los reyes

En la protesta del domingo en Paiporta había tristeza y rabia, naturalmente. También estaban los energúmenos habituales, vociferando sus gritos e insultos igualmente habituales. El barro no se acaba en lo que dejaron las lluvias y las riadas, también hay lo que arrastran a los carroñeros de la extrema derecha, merodeando los lugares de la desgracia fingiendo que son voluntarios en las labores de socorro y limpieza. Todos se encontraron en el mismo sitio y el resultado es lo que es. El abucheo y el lanzamiento de barro por parte de la población desatendida, desvalida, destrozada y estafada responde a una justa indignación, y es bueno que los gobernantes la reciban y la conozcan de primera mano.

Ahora bien, las cosas fueron de tal modo que todo cuadró al gusto de la derecha española. Para resumir, los reyes de España salieron con una imagen de monarcas generosos, valientes y queridos por el pueblo. Pedro Sánchez, por el contrario, salió agredido (fue golpeado, y reventaron la luna trasera de su coche oficial) y con gritos de cobarde, gos y otros cumplidos. Mazón, por su parte, literalmente se hizo derrumbado.

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No hace falta construir teorías conspirativas, los hechos son elocuentes. Al anochecer del domingo, un grupúsculo ultraderechista, Revuelta, se atribuía a las redes la autoría del ataque contra Pedro Sánchez: no pueden evitarlo, la boca los pierde y necesitan hacer bravatas, presumir de sus proezas. Por su parte, Vox ofrecía sus servicios jurídicos a los que había estropeado el coche del presidente español. En las redes, aplaudían los hechos con entusiasmo a personas públicas tan estimulantes como la marquesa Cayetana Álvarez de Toledo o el seudoescritor Arturo Pérez-Reverte, sin escatimar más insultos contra Sánchez. El partido del centro liberal y la moderación, el PP, se limitó a hacer un tuit elogiante dando las gracias a los reyes Felipe y Letizia por su “comportamiento ejemplar”, sin condenar que el presidente de su amada España hubiera sido atacado. Al día siguiente, su prensa ha ido exactamente por ahí.

La idea de atentar contra Pedro Sánchez lleva tiempo flotando, con muy poca o sin disimulo alguno, entre los capitos de la derecha española. Aparte de los bocazas que hayan proferido amenazas ocasionalmente, era una idea muy presente en las protestas masivas de la derecha en la calle Ferraz, hace un año. Por su parte, el comportamiento del rey Felipe VI ante la tragedia de la dana valenciana se había limitado hasta el domingo a tomarse una foto vestido de caqui, que circuló poco. El domingo, él y Letícia se resarcieron ejerciendo de reyes buenos que se dejan tocar por el populacho. Parece mentira que todavía tengan tan fácil hacerse perdonar las abrumadoras evidencias de corrupción que desacreditan no sólo al rey emérito, sino también a la Corona entera.

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A aquellos patriotas catalanes que se emocionaron pensando que asistían a la presa de la Bastilla, sólo hacerles notar que Felipe VI, y la Corona, han salido reforzados del episodio. Cuidado en dejarnos llevar por el populista que todos llevamos dentro.