Pues sí, la economía permitiría vivir 150 años
Esta semana se ha oído a los presidentes de China y Rusia especular sobre la posibilidad de vivir 150 años. He estado leyendo artículos sobre el tema, porque, lo confieso, me interesa. Los artículos que han suscitado la conversación entre Putin y Xi Jinping y que he leído se centran en si esto será biológicamente posible: que si órganos, que si terapias celulares, que si cómo detener el envejecimiento. Incluso cómo estimular la médula para generar anticuerpos que nos mantengan más jóvenes.
Mi sorpresa: todos los enfoques son clínicos. Nadie lo analiza desde el punto de vista económico. ¿Puede la economía sostener esperanzas de vida de 150 años?
Os va a sorprender la respuesta: sí. Rotundamente, sí.
La esperanza de vida no ha dejado de crecer. Hace varios siglos era de 25 o 30 años. A principios del siglo XX, rondaba los 50. Hoy, en Europa, está entre los 82 y los 84. La esperanza de vida se ha multiplicado por tres si tomamos el dato histórico. Por tanto, si pasamos de vivir 84 a vivir 150, estamos hablando de un aumento del 78 %. ¡Mucho menos que los incrementos anteriores!
Y muchos se preguntarán: si con los 84 años actuales de España la seguridad social está que quiebra, ¡¿cómo va a ser sostenible vivir 150 años?!
La diferencia es que, desde 1960, hemos ganado más de 20 años de vida. Cada dos años y medio, hemos aumentado un año la esperanza de vida. ¡Ese es el problema! La velocidad a la que vivimos más, no la edad que alcancemos.
Los sistemas de previsión social se construyen sobre cálculos demográficos, ciclos de vida laboral y fórmulas de cotización que tardan décadas en estabilizarse. Lo mismo ocurre en el mundo empresarial. Las estructuras salariales y laborales están diseñados para ciclos vitales de 40 o 45 años de vida laboral. Alargar la vida útil de los trabajadores exige nuevos modelos de formación continua, salud laboral y gestión de edades.
La modificación de estructuras económicas exige tiempo para adaptar políticas, leyes prácticas y corregir desequilibrios, y por eso evolución de la esperanza de vida este siglo está desajustando las pensiones, la sanidad, el mercado laboral y hasta el sistema educativo.
En definitiva, es más insostenible económicamente vivir hoy 83 años que vivir algún día unos 300 años, mientras lo hagamos dentro de los suficientes siglos como para que las estructuras económicas puedan absorberlo.
En economía, ¡es irrelevante cuántos años vivamos! Lo importante es a qué velocidad ganamos esperanza de vida.