Estados Unidos y la “paz por la fuerza”

En la última reunión de ministros de Defensa de los países de la OTAN, el secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, dijo dos cosas que es interesante comentar. Una, y lo ha manifestado sin tapujos, ha sido repetir de nuevo a los países europeos que tienen que subir los presupuestos militares hasta el 5% del PIB, y que este incremento debe hacerse comprando las armas a Estados Unidos, un aspecto que Trump había dicho algunas veces, pero en el que ahora se insiste por si los europeos no lo teníamos lo suficientemente claro. En otras palabras, el rearmamiento de Europa no se justifica por supuestas amenazas militares que pueda tener el continente, aunque el secretario general de la OTAN haya dicho varias veces que Rusia podría invadirnos antes de cinco años, sino por las necesidades de la economía militar de Estados Unidos, haciendo realidad la consigna del "America first", que en este caso significa invertir nuestros presupuestos en Estados Unidos. El negocio es el negocio, y el nuevo CEO del mundo, Donald Trump, así lo quiere. Lo que lamento, en este caso, es que haya tantos países europeos que se sumen a la voluntad del emperador, y estén dispuestos a hundir lo poco que queda del estado del bienestar en Europa para dedicar los presupuestos nacionales a la compra de armas y, como consecuencia, reducir el gasto social.

La segunda cuestión hace referencia a las declaraciones en las que Hegseth dice que, "si algo hemos aprendido bajo la presidencia de Trump, es la aplicación activa de la paz a través de la fuerza". Para él, este principio vale tanto para Ucrania como para Palestina o para cualquier otro lugar del mundo. Se nota que este secretario de Defensa no procede de la diplomacia y que tampoco conoce los principios de las negociaciones de paz, porque sabría que las paces impuestas por la fuerza conducen a situaciones de extrema fragilidad, acumulación de odios y riesgos asegurados de nuevas violencias. Cambiar de manera forzada las causas que han provocado los conflictos armados es imposible y antagónico, y solo puede conducir a lo que se llama "paz negativa", es decir, un alto el fuego temporal, sin ir a las raíces del problema. Esto ocurre a menudo cuando estas falsas paces se obtienen sin la participación de algunos de los actores más importantes, como ocurre en Palestina, donde la población palestina no ha sido consultada sobre su futuro y cómo llegar a él. Sería interesante que las personas que están a cargo de la diplomacia de Estados Unidos estudiasen los casos de las paces fallidas o incompletas de las últimas décadas, como en Kosovo, Bosnia, Iraq, Afganistán, Libia y muchos otros ejemplos, porque tenemos muchas experiencias de paz exitosas y paces fracasadas. Es muy sintomático que se esté arrinconando de manera vergonzosa el sistema de las Naciones Unidas, y no me refiero al trabajo que no hace el Consejo de Seguridad, sinó a las buenas actuaciones y buenos oficios que ha tenido en muchos lugar el Departamento de Asuntos Políticos, que ahora también incluye la labor de Consolidación de la Paz, donde hay negociadores con mucha experiencia de los que Trump no quiere saber nada, porque menosprecia a las Naciones Unidas y todos sus valores.

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La "paz por la fuerza" es un buen título para un ensayo, y le tomo la idea. Pero es un mal presagio de cara a la gestión de los conflictos armados del presente, que, como todos, requieren la experiencia de personas e instituciones que tienen la habilidad y la competencia para saber conducir un proceso negociador. Todo lo que está ocurriendo en torno al plan de paz de Trump para Palestina –que roba varios puntos ya apuntados en la propuesta de Francia y Arabia Saudí de finales de julio, la Declaración de Nueva York– es más el reflejo de la combinación de la egolatría de Trump y su capacidad para hacer negocios que un verdadero procés de paz participativo, que es una de las condiciones para que pueda tener éxito. Estaría bien que los estados europeos fueran más críticos con este tipo de propuestas, y no tan serviles a las ocurrencias del nuevo emperador mundial.