¿Europa en guerra?

Además, en 1914, después de casi medio siglo de paz, ¿qué sabían las grandes masas de la guerra? No la conocían. Apenas habían pensado en ello. Era una leyenda y precisamente la distancia le había convertido en algo heroico y romántico. Seguían viéndola desde la perspectiva de los libros de texto y de los cuadros de los museos: espectaculares cargas de caballería con flamantes uniformes; la bala mortal siempre disparada en medio del corazón; la campaña militar entera era una clamorosa marcha triunfal. «En Navidad volveremos todos a casa», llamaban a sus madres los reclutas sonriendo, en agosto de 1914”

El mundo de ayer. Memorias de un europeo

(Stefan Zweig)

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Es sabido que las cosas terribles nos pasan rodeadas de ligereza. Un ejemplo muy conocido es la frase que Franz Kafka dejó escrita el 2 de agosto de 1914 en sus Diarios: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”. Europa parece estar acercándose a uno de esos escenarios en los que la vida cotidiana se va precipitando imperturbable hacia el caos.

En las últimas semanas, la política exterior europea parece ser consciente del empeoramiento de las perspectivas de la seguridad de la Unión y de la erosión del clima de las relaciones internacionales. Ucrania no logra detener a Rusia, Estados Unidos no domina Netanyahu, Donald Trump está en condiciones de poder volver a la Casa Blanca y las capitales europeas empiezan a ponerse políticamente nerviosas con un Putin previsiblemente expansionista y una OTAN que puede verse desafiada a actuar si se ataca a uno de los Estados miembros. Los estados bálticos, Polonia y Chequia ven hoy la guerra como una amenaza muy real.

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Un peligro real

El conflicto bélico declarado por Rusia con el empleo de Ucrania ha dejado en evidencia las dificultades europeas de actuar conjuntamente y, en especial, de cumplir los acuerdos en materia de armamento. Si hace pocos meses en la Unión se hablaba de una negociación antes del verano, la situación sobre el terreno se está deteriorando hasta tal punto que Kiiv podría llegar excesivamente debilitada a una mesa. De hecho, existe una alarmante posibilidad de que una nueva ola rusa en los próximos meses atraviese las defensas ucranianas y gane nuevo territorio en verano. Desde la caída de Avdíivka el pasado febrero las fuerzas rusas están presionando fuerte en el este de Ucrania. Moscú puede permitirse la brutalidad de perder a 17.000 soldados por ganar unos diez kilómetros de terreno, y algunas fuentes hablan de la incorporación de hasta 30.000 nuevos soldados rusos al mes. Justo después de las elecciones, el ministro de Defensa ha anunciado la creación de dos nuevos ejércitos de entre 300.000 y 400.000 soldados. En Rusia nunca falta carne de cañón, mientras que en Ucrania se discute sobre la reducción de la edad de la incorporación en filas.

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Por su parte, Ucrania ha logrado controlar la flota rusa en el mar Negro y garantizar las exportaciones de grano desde Odessa. Los drones contra infraestructuras rusas han permitido resistir, pero el bloqueo de los republicanos pro Donald Trump del paquete de ayuda de 61.000 millones prometido por Biden y la escasez de munición condenan a Kiiv. La UE sólo ha hecho llegar la mitad de la munición prometida, y es gracias a Chequia. La ayuda no es suficiente, pese a que la UE ha ido rompiendo tabúes a medida que la guerra avanzaba: desde el envío de armamento, incluidos los aviones de combate F-16, hasta el plan para potenciar la industria armamentista.

En las últimas semanas se ha impuesto el discurso de que una guerra de la OTAN contra Vladimir Putin es posible. El primer ministro francés habla de enviar tropas europeas a Ucrania; la ministra de Defensa española, Margarita Robles, habla de una amenaza total de otra guerra en Europa, y Donald Tusk, primer ministro polaco, asegura que "estamos en una época de preguerra". "No exagero", dice.

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En términos de seguridad, la UE deberá reforzarse después de que Trump asegurara que “animaría” a Putin a atacar a los países de la OTAN a que no cumplan los compromisos en gasto militar. España, pese a las reticencias de Pedro Sánchez a sumarse al lenguaje bélico, ha aumentado ya el gasto en defensa y las relaciones con Estados Unidos en términos de colaboración militar.

Polonia, los estados bálticos y los checos están en primera línea de esta guerra híbrida. Moscú considera que Europa se ha enfrentado directamente a Rusia por haber apoyado a Kiiv. En un panorama global tan convulso, conseguir autonomía es uno de los objetivos vitales de la UE, que hoy tiene dependencia en aspectos clave como la energía, el comercio y la seguridad con Rusia, China y Estados Unidos. El plácido continente, el mejor de los mundos posibles, está hoy amenazado, y sólo una mayor integración en todos los sentidos le hará capaz de hacer frente al futuro.