Exilio o muerte

Alberto González Amador, pareja de la líder del PP de Madrid, considera, y así lo ha dicho en el Tribunal Supremo, que ha sido víctima de una conjura política que tenía como objetivo último desgastar a su pareja. Acusa a otro señor, Álvaro García Ortiz, máximo responsable del ministerio público, de haberle "matado públicamente" con la filtración de sus asuntos, que justamente estaban "poco filtrados": estaban más turbios que un vino de mínima intervención. "Me han destrozado la vida: o me voy de España o me suicido", ha dicho al alegado final.

Cada uno puede sentir que le destrozan la vida de una manera. He oído esta frase, sobre todo, a familiares de víctimas de la dana y de accidentes de coche. A padres que han perdido hijos, a hijos que han perdido a padres. Yo creo que cuando el daño es más bien "moral" debes decir que te lo han "arruinado", para evitar comparaciones crueles. "O me voy de España o me suicido" es una afirmación muy contundente. Sorprende, sobre todo, la contraposición. O exilio o muerte. Ambas acciones, irse de España o suicidarse, no tienen la misma gravedad (o al menos no la tienen por mí). Yo, claro, en caso de destrozo de vida por filtración de enriquecimiento trilero, y siendo del PP, no me movería de España. Al contrario. Me pasearía con orgullo por Callao. El votante del PP otras cosas no, pero ésta la comprende muy bien (que se lo digan a Eme Punto). Pero, naturalmente, lo que tengo que aconsejarle es que se vaya de España. Puede ir a hacer compañía al rey emérito. Una colonia de españoles patriotas pero defraudadores –incapaces de tributar en el país que tanto aman– a la acogedora Abu Dhabi me parece una opción posible. El suicidio, claro, no puedo aconsejarle, entendiendo, por supuesto, su gran desdicha.