Juntos y la extrema gesticulación

Juntos se ha encontrado esta semana con un vídeo de los trumpistas del señor Esteve en el que aparecía Sílvia Orriols apaleando a Puigdemont o poniendo en marcha un disparo o pisando su cadáver, según las versiones. Un mensaje desagradable y bien inoportuno, cuando se viene de una reunión en Waterloo con el espacio municipalista del partido (los alcaldes de Junts), que, entre otras cosas, llegó a la conclusión de que es necesario llegar a acuerdos de gobierno con Aliança Catalana cuando convenga. Que aquellos a los que Junts está a punto de alargar la mano como futuribles socios, aquellos a los que ya ha empezado a enviar señales de sintonía, correspondan con un vídeo en el que su líder se carga a tiros al presidente en el exilio es un trago de mal tragar.

O no tanto: ha habido una protesta más o menos oficial de Junts por el vídeo de mal gusto, y Puigdemont ha anunciado acciones legales contra sus autores (escondidos en el anonimato), pero llama la atención el silencio con el que el entorno de Junts, habitualmente tan llamativo cuando sienten que les tocan el legítimo MHP Puigdemont, ha entomado. Por mucho menos que eso, cuando a alguien de la izquierda se le ocurre hacer aunque sea una broma, enseguida comienzan los ahorcamientos sobre traidores, lerrouxistas, falangistas e zurdas woke vendidas en España. Cuando desde la extrema derecha humillan y amenazan en las redes al presidente, los valientes patriotas callan y engulan. Curioso, al menos.

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El caso es que Junts se encuentra entre la espada de AC y la pared de los acuerdos de Bruselas por los que votó a favor de la investidura de Sánchez. Ante la incomodidad, y ante sobre todo de las encuestas (que dicen que AC les come electorado como castigo por apoyar a las izquierdas españolas), Junts se muestra dispuesta a la ruptura con los socialistas y con el bloque de investidura. AC, mientras, les fustiga por la "deriva de Junts a la izquierda", que según ellos es lo que conlleva el apoyo a Sánchez. La "derecha cobarde" de AC es Junts, y Junts reacciona ante sí como el PP ante Vox: con sobreactuaciones y gesticulaciones cada vez más exageradas. Ahora llega la de derribar a Sánchez, oscuro objeto de deseo, después de amenazar mil veces con hacerlo.

Sánchez tampoco caerá si Junts no apoya una moción de censura junto al PP y Vox, algo que de momento descartan. Sin embargo, no podrán evitar que retirarle todo el apoyo les ubique, dentro de la política española, y por paradójico que sea, junto a la derecha dura españolista. Internacionalmente, el hecho de convertirse en los artífices de la caída de uno de los últimos gobiernos progresistas de Europa colocaría a Junts en la órbita de las derechas nacionalistas extremas. En cuanto a la política catalana, la ruptura dejaría Junts junto a Aliança Catalana y sus vídeos de pistoletas. Y lo que es seguro es que liquidaría cualquier posibilidad de amnistía para Puigdemont. El cuanto peor, mejor suele convertirse a la realidad en cómo peor, peor. Pero vaya, si tantas ganas tienen, adelante.