Farlopa para la tropa, que diría aquél
Una tarjeta que imita los billetes del transporte público en color, tipo de letra y tamaño, promovida por la Federación de Casales de Jóvenes de Cataluña, da consejos simpáticos a la hora de esnifar cocaína, o, por decirlo en lenguaje no boomer, de meterse una raya. Efectivamente, amigos, raya es de las pocas palabras de argot drogadicto que el catalán puede aportar al mundo. que vayas cambiando de fosa nasal, no sea que te pase como Frank Sinatra. Que en el texto diga “turulo” me parece entrañable, la verdad. Como cuando Fernando Esteso decía “tranque, tronque”.
Una cosa es una campaña en una narcosala, donde todos los usuarios se pinchan a diario, para recordarles que compartir jeringa puede hacerles coger el sida. En el caso de la cocaína, compartir o no compartir el “turulo” es el menor de tus problemas y diría que incluso el cocainómano más idiota tendrá en cuenta que puede ir cambiando de agujero. La cocaína es una droga letal, la más salvajemente adictiva, por la que, si llegas joven, la devastación es absoluta. Ningún menor que esté haciendo “viajes infinitos” escuchará nada de lo que pueda decirle un boomer –con vida hecha y errores cometidos– sobre las drogas. ¿Qué le importa la posible psicosis, qué le importa no poder ni hacer un viaje en avión, porque sin droga no tira, qué le importa tener que engañar a los padres para comprar, qué le importa que nada, sin droga, valga la pena? ¿Qué nos parecería una campaña dirigida a las anoréxicas que dijera que si vomitan, al menos que se laven los dientes, que si no se les van a poner negros? Porque es exactamente lo mismo. “Turulo”, que simpático, que naïf y que irresponsable.