"Fuera el Alzheimer del Ayuntamiento"
"Fuera Alzheimer del Ayuntamiento", decía el cartel. Y hacía referencia a Ernest Maragall, alcaldable por Barcelona, hermano de Pasqual Maragall, que fue alcalde de la ciudad, y que sufre esta enfermedad. Cuando lo vi no me entretuve mucho. No hice ningún artículo, precisamente porque era un ataque demasiado grueso y cruel, como aquellos dibujos de judíos por parte de los nazis, en los que se les pintaba como ratas. Un ataque así –pensé– era poco inteligente, el producto de un tarado, porque era demasiado desgarrado. Ahora sabemos –para los periodistas del ARA– que es falso. Lo hizo alguien de Esquerra para, justamente, mover a la indignación. Y es lógico que pusiera "fuera el Alzheimer del Ayuntamiento", porque poner "fuera a los viejos del Ayuntamiento" no habría indignado a nadie. Utilizando la enfermedad, en cambio (una enfermedad que afecta al hermano de Ernesto y que todo el mundo asocia a la vejez), ¿quién no debía sentirse compasivo y removido?
Si alguien da un poco de befa de otro, reímos. En el Polonia, por ejemplo, reímos de particularidades de los políticos y famosos. Sin embargo, no nos haría ninguna gracia que hubiera una imitación de Carme Elias no recordando nada. Al contrario. Seguramente nos haría llorar (a mí, al menos, que soy una blanda). No soy una ingenua. Sé que todos los partidos pagan gente para que haga tuits, tiktoks y de todo. Sé que todos los partidos tienen muchas facciones, a veces enfrentadas entre sí. Inventarse este cartel con fines electorales (pagarlo, recogerlo en copistería...) es muy cínico. Qué suerte tengo de no haber asistido, nunca, a ninguna brainstorming de campaña. ¿El fin justifica los medios? Si eres capaz de hacer esto para obtener el poder, ¿qué vas a hacer del poder?