Hereu y la amiga sequía
A las puertas del Mobile World Congress (MBW, Mobile para los amigos), el todavía reciente ministro de Comercio e Industria del gobierno de España, Jordi Hereu, respondía juguetonas las preguntas de Ricard Ustrell en Catalunya Ràdio. Los temas eran el propio Mobile y Ábalos, por supuesto, pero en algún momento apareció en la conversación la sequía, la falta de agua y si se plantearía la necesidad de imponer restricciones también al turismo. El ministro (que también lo es de Turismo, como a él mismo le gusta recordar) dudó un segundo, como si no estuviera seguro de haber entendido lo que le habían dicho, y soltó una frase para la posteridad: “ el consumo del turismo no es sustancial”.
Sólo el año pasado, y según cifras del Observatorio de Turismo de la ciudad, Barcelona recibió 12 millones de turistas que realizaron 35,9 millones de pernoctaciones, pero se ve que esto no comporta ningún consumo significativo de agua. Durante las tres noches de media (con sus tres-cuatro días) que cada uno de estos 12 millones de seres humanos vivieron en Barcelona, ni se ducharon, ni utilizaron el inodoro, ni nadaron en las piscinas, ni se hidrataron en modo alguno, y eso que la práctica totalidad desfilaron por ahí durante los meses más calurosos del año. Tenemos un turismo de alto valor cívico, a imagen y semejanza de nuestra misma sociedad, siempre tan cuidadosa con el medio ambiente.
Hereu tenía la mañana pletórica, como corresponde a una mañana de Mobile, y soltó más revelaciones. Recordó que en el 2008 ya tuvieron que llevar agua en barcos a Barcelona, y deseó que esto no se repitiera. Ahora bien, le parecía “una lección” de la que extraía una enseñanza: “La sequía es un elemento que será estructural, por tanto debemos adaptarnos para que no tengamos que estar pendientes de estos episodios”.
Es decir, no se trata de cambiar nuestro modelo económico y productivo para corregir nuestros excesos, sino de desarrollar tecnología para sacar agua de donde sea, y no tener que interrumpir nuestra manera de gastar dinero , que básicamente es haciendo el turista. No combatamos la sequía: adaptémonos a ella. Que no circule el agua es secundario, lo que hace falta que circule es el dinero. La idea del ministro liga bien con la campaña del Gobierno de la Generalitat según la cual (textualmente) "Catalunya ya no dependerá de la lluvia en el 2030". Es una campaña que ha merecido elogios encendidos de organizaciones como Greenpeace, que la ha calificado de “barbaridad”, o de científicos como Antonio Turiel, que la tildaba de “burrada” y se preguntaba si no sería una parodia. No lo era.
Primero la pasta; después, si acaso, todo lo demás. Es un eslogan que puede resumir también el mandato del propio Jordi Hereu como alcalde de Barcelona, justo después de Joan Clos y justo antes de Xavier Vidal. Entre los tres, dieciocho años de una ciudad abocada al turismo de masas y la especulación inmobiliaria, al low cost ya los fondos buitre, a la mediocridad y al dinero fácil. Luego dirán si la ciudad ha perdido fuerza, si está degradada o si está sucia. Las cosas no ocurren porque sí.