¡Ser inviolable es 'cool'!
Leemos en el ARA que Juan Carlos I "ha decidido demandar a su examante Corinna Larsen" diez días después de demandar al "expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla". Echa un trozo en la olla.
Veamos. La Constitución española dice que el rey "es inviolable". Ser inviolable es algo muy, muy serio y muy, muy medieval: es ser impune por cometer cualquier tipo de delito. El rey, siendo "inviolable", podría o ha podido "violar", y no sería castigado como Dani Alves. (Perdón, tal vez no sea el mejor ejemplo.) Si él puede cometer delitos y no se le juzgará, la mínima consideración que debería tener sería no acusar de delitos a los plebeyos sin inviolabilidad.
Imaginemos que Corinna va a juicio a causa de la demanda emérita. Y en ese juicio ella explica que el emérito cometía delitos. Y que estos delitos pueden probarse. De nada serviría, porque el emérito es inviolable. ¿Cómo debería defenderse, Corinna, entonces? Cualquier monarca "del siglo XXI, etcétera" con un mínimo de decencia renunciaría a la inviolabilidad, porque no necesitaría, seguro como estaría de no querer cometer ningún delito. Los motivos de la demanda, déjeme decirlo, son del todo curiosos. El emérito acusa al examante (la mujer que ha hecho posible la foto del emérito en braga corta haciendo carne a la brasa en una barbacoa comprada en el mismo súper que usted) de quedarse un dinero que le "dio" "para que se lo guardara". El examante dice que el dinero "es un regalo" y no se lo piensa devolver. Son extrañas ambas cosas. Yo, si quiero guardar dinero, no se lo doy al amante, sino al banco, donde será fiscalizado. Yo, si soy el amante, no acepto el dinero como regalo, porque significa que son libres de impuestos, es decir: negros.