Lo que nos jugamos en Serbia

El 1 de noviembre del 2024 se derrumbó la marquesina de la estación de tren de Novi Sad, que se había renovado recientemente, y murieron 15 personas. Las obras de renovación se habían adjudicado de forma poco transparente a un consorcio de empresas chinas. El trágico accidente fue la chispa que encendió un movimiento de protesta, primero en Novi Sad y después en toda Serbia, para denunciar la corrupción general, la censura en los medios, la concentración de poder, la influencia de Rusia y del capital chino y la represión de la disidencia. Poca broma: en diciembre tuvo lugar en Belgrado una manifestación tan numerosa como las que precipitaron la caída de Milosevic y el sábado, la mayor de la historia del país.

La corrupción de Serbia no es ninguna sorpresa: según Transparency International, en 2024 Serbia tenía una puntuación de 35 en el índice de corrupción (que oscila entre el 0 de máxima corrupción y el 100 de mínima corrupción) y estaba en la posición 105 de 180 países analizados. Lo que sí es una sorpresa es la relativa indiferencia con la que ha sido recibida la revuelta estudiantil en la Unión Europea, y podríamos decir que en la sociedad europea también.

Cargando
No hay anuncios

Ahora que la Unión Europea debe fortalecerse para defender los valores europeos ante la amenaza americana, sorprende que no haya tenido gestos más decididos para ayudar al movimiento de protesta. En febrero, la presión estudiantil –no la europea– forzó la dimisión del primer ministro, Milos Vucevic, pero Aleksandar Vucic, el zar serbio, sigue perfectamente instalado en el Novi Dvor, la sede de la presidencia del país. La Comisión Europea, que está negociando el ingreso de Serbia en la Unión, no ha emitido señal alguna de apoyo al movimiento estudiantil. Como decía en una entrevista Markus Kaiser, de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, "al igual que la UE aborda y castiga las violaciones del estado de derecho en sus estados miembros, también podría hacer lo mismo con los candidatos a la adhesión a la UE, ya que Serbia sigue siéndolo".

Para entender lo que está en juego en Serbia, basta con ver quién apoya al presidente Vucic. El pasado 11 de febrero, pocos días después de la caída controlada del primer ministro Vucevic, tuvo lugar en el Parlamento Europeo un debate sobre la "crisis política" en Serbia. Con énfasis diversos, los diputados de los Conservadores Europeos, el PPE, la Alianza de Socialistas y Demócratas, Renew Europe, los Verdes y la Izquierda mostraron su apoyo a la movilización estudiantil y los de más a la izquierda pidieron una actitud más proactiva por parte de la Unión. En cambio, la diputada húngara Annamária Vicsek (Patriotas por Europa), correligionaria de Viktor Orbán, se quejó de que el paro en las escuelas y universidades de todo el país socava el derecho a la educación. El diputado Petr Bystron (Europa de las Naciones Soberanas), miembro de Alternativa para Alemania, fue más allá para decir que los disturbios en Serbia son "las últimas contracciones de una red globalista [globalistische] que ha organizado estas protestas en todo el mundo durante décadas" y que ahora Donald Trump y Elon Musk están felizmente destruyendo. Según él, los globalistas "no quieren naciones independientes, sino vasallos obedientes". Por su parte, Thierry Mariani (Patriotes), los ataques contra los serbios en Kosovo.

Cargando
No hay anuncios

Más allá de las intervenciones en este inusual debate parlamentario, existen múltiples evidencias de las vinculaciones de Vucic y su entorno con la ultraderecha europea. Por poner un solo ejemplo reciente, durante la pasada campaña electoral en Alemania, una ministra del gobierno serbio, Milica Durdevic Stamenkovski, imitando a Elon Musk, apoyó a Alternativa por Alemania en un mitin celebrado en Lobäu (Sajonia), sin que nadie la desautorizara.

JD Vance dijo a Múnich que la principal amenaza para Europa no viene de Rusia, de China ni de ningún otro actor externo, sino de dentro. Retocando ligeramente su discurso, podríamos decir que el enemigo interior de Europa son los aliados ultranacionalistas de Vance, los llamados patriotas que abjuran de los valores europeos. En el debate del Parlamento Europeo, el diputado esloveno Vladimir Prebilic dijo que los jóvenes de Serbia luchan con valentía y dignidad por los valores democráticos en los que se basa la Unión Europea: la democracia, el estado de derecho y los derechos humanos. "Su voz es clara: quieren un país que respete los valores europeos". En ese empeño, dijo, "deberían ser un ejemplo para todos nosotros".