Leer diarios también es sexy

Existe una tendencia mundial a evitar el consumo de información. Cuando preguntas por qué, los que han desertado de las noticias te dicen que lo hacen para protegerse de la negatividad y poder vivir su vida en paz.

No todo es una cuestión de salud mental, también hay un fenómeno de saturación: tenemos una concurrencia tan grande de emisores y recibimos tantos mensajes al día que es complicado gestionarlos todos. Y entonces, para hacerlo aún más difícil, si ya tenemos información gratis, abundante y que, encima, puede amargarnos la existencia, ¿por qué deberíamos pagar por un diario?

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Aquí tienen algunas respuestas. Porque los periódicos, por razones de espacio, detienen el alud: deben elegir cuidadosamente cada día y cada hora entre lo importante y el accesorio, separar la información de la desinformación, y pueden convertir la información en conocimiento. Ésta es una de las claves: mientras se nos agolpan las alertas de lo ocurrido, los diarios explican por qué ha pasado y cuáles pueden ser las consecuencias. Y donde no llega la información tenemos la columna de opinión, un destilado de pensamiento que ha necesitado un tiempo de maduración literaria que nos hace el mundo más comprensible. Coges un diario, vas pasando planas, y eres tú lo que ha pasado por la información, y no la información la que ha pasado por ti. Y, además, lo has hecho a tu ritmo y según tus intereses.

No estar bien informado no es una opción. Para tomar decisiones importantes de nuestra vida, lo que podemos leer en la prensa sobre salud, economía o ocio puede hacer mucho provecho. Y ya no digamos si se trata de informarse para ir formando el sentido del voto o para entender los cambios sociales. Leer es sexy, dicen; leer diarios, además, te hace vivaracho, desvelado y lúcido.