Sólo la lengua nos salvará

1. Antes en los relojes se les daba cuerda, ahora los ponemos a cargar mientras dormimos. Sin embargo, hay un tema transversal en el tiempo: la lengua. Concretamente, el estado del catalán. El estribillo suele repetir que, cuanto más va, peor. A partir de este diagnóstico grave, se hacen medidas para “salvar” el catalán, como si fuera un moribundo que entra en urgencias con las constantes vitales bajo mínimos. A menudo son parches, soluciones parciales, campañitas de nyigui-nyogui y, desgraciadamente, poco efectivas. Por eso sabe mal que, con la convocatoria electoral precipitada, por parte de Pere Aragonès, no sólo se dejaran perder unos presupuestos sociales muy ambiciosos, sino que el Pacto Nacional por la Lengua quedara guardado en un cajón, esperando una mejor ocasión. Lo siento, porque se habían empleado muchas horas y muchos meses de trabajo, por parte de los agentes que más saben, y porque los partidos del Parlament que no odian el catalán –que son todos menos dos– habían llegado a un acuerdo. Por el juego político pequeño, lo habitual de mirar más los intereses de partido que el bien del país, la presentación del Pacto Nacional por la Lengua se fue aplazando... hasta que el adelanto electoral lo puso en el congelador. Hasta que no haya un nuevo Gobierno, como mínimo, lo vital y tan estimulante seguirá ahí, a dieciocho grados bajo cero. Dime ingenuo, dígame optimista, pero yo soy de los que piensan que más que intentar salvar la lengua, es al revés. Precisamente me da la impresión de que la lengua nos salvará como cultura, como nación, como país o como lo que queramos ser.

2. Esta semana han salido las cifras de audiencia de las radios. El EGM indica que nunca se habían consumido tantas horas de radio generalista en catalán. La suma de oyentes diarios de RAC1 y Catalunya Ràdio es histórica. Escuchar la radio, de momento, todavía es de las pocas cosas que hacemos gratis. Comprar y leer libros, no. La semana pasada hablé de librerías que cerraban porque no les salían los números y enumeré posibles motivos por los que la gente leía menos que antes. Desde el Gremio de Editores quisieron desmentirme mi intuición y me enviaron un puñado de datos que, ciertamente, reconfortan. La facturación por la venta de libros en catalán, en los últimos años, ha seguido esta evolución. 2019: 69,9 millones de euros; 2021: 75,5 millones; 2023: 82,7 millones. El crecimiento es evidente. La cifra absoluta me sigue pareciendo escasa, si bien es comparable con la de otras lenguas europeas con un estado propio y un número similar de hablantes.

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3. Mientras vemos como los hachazos judiciales contra el catalán en la escuela continúan esta semana con una desfachatez franquista, también hemos podido remover datos frescos muy interesantes. Plataforma por la Lengua ha publicado su imprescindible informe anual. De los 50 datos que destacan este año, los hay para ponerse las manos en la cabeza y también los hay para mantener cierta esperanza. Te estremeces cuando ves que sólo un 12% de los jóvenes hablan únicamente el catalán como lengua habitual pero un 47% lo utilizan habitualmente. No llegamos ni a la mitad. Pero no está todo perdido. Un 70% de los catalanes ya considera importante, o muy importante, el etiquetado en catalán a la hora de comprar un producto. El 68% de los exámenes de selectividad del pasado año en las Islas Baleares se respondieron en catalán. O, por primera vez, un grupo en catalán ha tenido más de un millón de oyentes al mes en Spotify. Viva el Coti x coti. The Tyets –nadie sabe todavía si el nombre debe pronunciarse a la inglesa oa la mataronina manera– han demostrado que la lengua no es un lastre para conseguir un éxito masivo. ¿El truco? Hacerlo bien, tener gancho y no claudicarlo. El peor autogol es renunciar a su propia lengua.