El libro del rey

Esta semana sale publicada en Francia la primera edición de Reconciliación, un libro que, como su título indica, se supone que el rey emérito ha escrito (o ha dictado, que hace más para él) con el propósito de hacer las paces. Pero ¿con quién quiere reconciliarse Juan Carlos? ¿Con alguna de sus amantes? ¿Con todas? ¿Con su familia ("ya no les importo", se lamenta)? ¿Con los súbditos (y contribuyentes) del reino de España? ¿Con la Hacienda española, a la que defraudó de forma repetida y sostenida mientras era el jefe del Estado? ¿Con los lobis internacionales con los que ha hecho negocios durante toda su vida y que ahora le cobijan en Abu Dhabi? (Le cobijan mientras los súbditos y contribuyentes del reino de España siguen pagando las facturas.) Duele decir, y todo indica que el libro no debe acabar de concretarlo.

La coartada sentimental del libro quiere presentar a Juan Carlos como un padrino triste añorado, al que los suyos han dado la espalda. Una imagen difícil de compaginar con el personaje que aparece regularmente en Sanxenxo a disfrutar de regatas y mariscadas en compañía de los amigots, y que cuando es preguntado por si algún día piensa dar explicaciones, contesta, desde dentro de un coche con chófer,¿Explicaciones de qué?El intento de hacer lástima resulta incluso ofensivo para los ancianos que de verdad han perdido a todos y se ven abocados a sufrir una vejez solitaria, una verdadera lacra social cada día más extendida y que dice mucho (lo dice todo) del tipo de sociedad que hemos construido, controlada por tiburones y desaprensivos. La maniobra para intentar ganarse el favor de la gente fingiendo ser un viejo desvalido con quien ya no cuenta nadie esconde el intento de consolidar e imponer una idea central, que es el verdadero argumento del libro y de todo el discurso oficial en torno a la figura de Juan Carlos, en lo sucesivo: que él, Juan, llevó la de democracia fue posible gracias singular y fundamentalmente a él, que los ciudadanos le debemos esa democracia. No lo dirá sólo él en su libro: oiremos y leeremos este mensaje hasta el hartazgo, repetido por decenas de altavoces a plena potencia, en boca de políticos, empresarios, poderosos de toda España y, por supuesto, de suyos.

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Es, por supuesto, un mensaje falso, que intenta justificar el papel de una institución, la monarquía, que ha restado mucho más de lo que ha sumado a la construcción de una verdadera democracia en España La insistencia en intentar glorificar a Juan Carlos, y absolverle de sus delitos y faltas ante la opinión corrupta, afectada por una corrupción que no se limita, tampoco, a la persona de Juan Carlos de Borbón.