Martínez Vendrell y Carrasco y Formiguera
Ni con las manos en la cabeza. Ni con un real en los bolsillos. Ni con la tragedia empegada en la piel. En 1940 todavía no saben si podrán regresar a Catalunya…
"Para poder entrar nos tenía que avalar alguien. Nos avaló el hermano mayor de papá, el tío Luis. Dormimos una noche detenidos y al día siguiente cogíamos el tren hacia la casa, sin llegar una casa delante de ella, sin llegar una casa delante, sin llegar una casa delante de ella, sin casa, sin casa, sin casa, sin casa, sin casa. ocho hermanos que éramos y había sido saqueada por rojos y por blancos. Y salió a subasta por responsabilidades políticas", me lo explicaba Raimon Carrasco, uno de los ocho hijos de Manuel Carrasco y Formiguera. El político demócrata cristiano asesinado de palabra por el fascismo rojo en 1936 y asesinado de bala en 1938 por el fascismo negro. Pero Carrasco, no muere.
En 1940 un amigo suyo, Miquel Coll y Alentorn, baraja las brasas y se encienden las Creus de Sang. Organización clandestina. Surge a partir de militantes de la Unión Democrática de Catalunya, nacida en la República. A la sombra y por la sombra hacen el boletín Hoja de Órdenes. El orden es importante: El primer número lo dedican a conmemorar el segundo aniversario del fusilamiento de Carrasco. El segundo llama a la necesidad de hacer proselitismo entre niños y jóvenes para que el país debe renacer. Las brasas…
"Ya desde el día siguiente de acabar la guerra la gente catalanista no se da por vencida. Si después del 11 de septiembre de 1714 no se dieron por vencidos, pues tampoco al día siguiente del 26 de enero de 1939. Entonces se encuentran y hablan. tantearse unos a otros, a ver qué podrían hacer enseguida el terreno cultural, la poesía es el menos sospechoso, las reediciones de Verdaguer. Y algo que también aprovechan es el Instituto de Estudios Catalanes, con los cursos de divulgación de historia”. Me lo explicaba el hijo de Coll y Alentorn, Miquel Coll Alemany. Esto ocurría dentro. ¿Y fuera, a cuyo París devolvía la familia Carrasco?
El 4 de mayo de 1940 se hace una cena en la capital francesa ante una vajilla ideológica rota. Ante una Cataluña desmenuzada. Ante los comensales de un independentismo descuartizado. A un lado, Nosaltres Sols!: Joan Masot, Daniel Cardona Civit y Jaume Martínez Vendrell. Al otro lado, Estat Català: Antoni Andreu Abelló, Marcel·lí Perelló Domingo y Joan Cornudella Barberà. Gana. Cuchillos. Mosadas. Cocina tradicional: el quebradizo catalán. Pero decidieron empegarlo todo. En el mantel firmaron: "Un pacto de no-agresión a Cataluña entre nosotros", "para trabajar para el logro total de nuestras aspiraciones dentro o fuera de Cataluña". Nace en aquella mesa "la organización": "El Frente Nacional de Cataluña", el primer movimiento político de lucha, combate, resistencia, reestructurado, renacido, resucitado, desde 1939. En las casas y en las mesas había gente. Cuando hay guerra fuera hace falta paz dentro.
Ahora que Tigre de Papel y Exitosa han reeditado las memorias de uno de esos comensales: Jaume Martínez Vendrell. Una vida por Cataluña, es necesario releerlas o leerlas. Y Carrasco. Y a pesar de todos. Hay que volver a sentarse en las mesas y en las casas. Cara a cara. Quizás sólo para recordar que los muertos siempre los ponemos nosotros (Carrasco) y las piernas siempre nos las rompen a nosotros (Martínez Vendrell). Todo por el mismo motivo: por ser catalanes. Y por los mismos: el rojo y el negro. Ayer, hoy y mañana.