Mazón, o esa persona de la que me habla usted
No es verdad que las opiniones sean más importantes que los hechos, pero lo parece porque, hoy en día, la máquina de opinar está muy profesionalizada y financiada. Cuenta a su disposición con un amplio arsenal de bombas de humo, maniobras de distracción, saturación informativa, escarnios, el "y tú, más"… Todo ayudado por la tecnología disponible que convierte la narrativa en la nueva verdad, porque hoy una mentira puede parecer una verdad sólo que se comparta diez mil veces.
Pero, sin embargo, hay hechos que se resisten a ser opinables. 229 muertes no son opinables. Se habrían podido salvar a todos, o casi todos, sólo que la Generalitat Valenciana hubiera hecho caso de las previsiones meteorológicas y hubiera activado las alertas previstas. Como dijo la jefa de meteorología de À Punt (degradada este fin de semana), con los medios actuales este balance mortal es inadmisible. Tan inadmisible que ya es juzgado de guardia.
Esto lo vio todo el mundo al día siguiente, pero habrá sido necesario que pase un año para que Mazón se pliegue. Que un tipo tan poca pena se resistiera a plegar entra dentro del drama. Pero tan mal como él ha quedado Feijóo. Lo encubrió enseguida, pensando que un día ganado era un salvoconducto al olvido. Hasta hace cuatro días le defendía en público y le procuraba aplausos, y no fue hasta la justa indignación desatada en el acto del primer aniversario que Mazón pasó a ser un apestado del tipo "esa persona de la que me habla usted".
En la comunicación política habitual no se admiten nunca errores ni responsabilidades, da igual que hablemos de víctimas de la covid, incendios forestales, cribados médicos o aguaceros torrenciales. La ventaja de la democracia es que podemos enviarlos a casa. Después de pasar por el juzgado.