Miró, Tàpies, Barceló

Coges el cartel del 25 aniversario del Barça y ves los felices años veinte y la influencia modernista reflejados en el cartel de Josep Segrelles. Y miras el cartel de Sebastián Rey de 1949, por el 50 aniversario, y te transmite toda la grandilocuencia pétrea franquista, laureles incluidos, aunque las cartillas de racionamiento todavía funcionaban.

Pero en 1974 el gerente del club, Armand Carabén, dio un giro a la tradición cuando decidió no encargar el cartel de los 75 años a un destacado cartelista sino al pintor vivo del momento más importante del mundo. Carabén y el galerista Gaspar eran amigos, Gaspar le sugirió la idea de ir a por Joan Miró y el resto es historia. Miras ese escudo saliendo de ese tipo de ojo y ves... a Miró.

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El cartel de Miró triunfó por rompedor (faltaba un año para que muriera Franco, era el momento de romper), hasta el punto de que el cartel del Mundial de Fútbol que España organizó en 1982 también se lo encargaron a Miró para hacerse los modernos. Con estos antecedentes, cuando llegó el centenario en 1999, Josep Lluís Núñez miró de reojo la decisión de 1974, y no quiso ser menos. Entonces, la corona estaba en manos de Antoni Tàpies, y Tàpies firmó ese cartel aburrido con cruces y flechas en el que ves... a Tàpies.

Los carteles de Miró y de Tàpies nos hablan de una época de la historia del arte, la suya, y con el de Miquel Barceló, escogido con el mismo criterio, pasa y pasará igual. Después del primer impacto, hace un par de días que lo voy mirando y cada día lo he hecho más mío, y me parece más vivo y estallante en todos los sentidos. Habla de Barceló, pero habla también de los colores de la camiseta, que no es poco. Porque tratándose del cartel de los 125 años, habría quedado muy mal que el jugador movedizo llevara la segunda o la tercera equipación.