¿Qué modelo económico para Cataluña?
Se ha apuntado recientemente que la práctica totalidad del empleo que se crea en Cataluña lo absorbe la inmigración, lo que explica el crecimiento de la población a pesar de la baja tasa de natalidad. El crecimiento económico se basa, en gran parte, en el turismo, que genera, junto con el comercio, puestos de trabajo de baja calificación y salarios. Son sectores de baja productividad, como la construcción, protagonista de la burbuja inmobiliaria de la crisis de 2008. El aumento de la productividad total de factores en Cataluña (y en España) ha estado muy por debajo de la de Alemania y del eurozona desde el debut del euro. Varios factores lo explican, empezando por la estructura productiva. Más que falta de inversión en capital físico hay falta de inversión en activos intangibles como en I+D, educación y formación de los trabajadores, software, big data y organización y gestión empresarial. Hay que añadir el reducido tamaño de muchas empresas y una dualidad entre las que están en la frontera del desarrollo tecnológico y el resto. Algunos de estos factores dependen del sector público y otros del sector privado, como la inversión en I+D. La estructura productiva influye también en las decisiones individuales de formación porque la oferta de trabajo no cualificado en los sectores servicios y construcción fomenta el abandono escolar (muy alto en Cataluña, pero bajando). Se consolida un círculo en el que disminuyen los incentivos a la formación y se crean puestos de trabajo en sectores de baja productividad que son ocupados por inmigrantes. También influye en las decisiones empresariales porque el camino fácil es aprovechar la ola expansiva del turismo y servicios asociados, como antes de la crisis se aprovechó el boominmobiliario.
La cuestión es si ese modelo de desarrollo es adecuado (y sostenible). También es frágil, como se demostró con la pandemia, por su concentración en el sector turístico. Además, es necesario considerar las externalidades que genera. Al ser un modelo de crecimiento extensivo, consume muchos recursos naturales y crea tensión con los objetivos de la transición verde. Hay que añadir las externalidades negativas que implica el turismo low cost en las ciudades, donde barrios enteros se transforman para atender la demanda turística y expulsan a los vecinos por la subida de los alquileres y la desaparición del comercio enfocado a servirles. Basta con ver la transformación de Ciutat Vella o partes del Eixample de Barcelona, donde se ha dañado la personalidad de la ciudad.
Existe una externalidad del monocultivo turístico que no es tan visible, pero que quizá sea aún más importante: la desviación de financiación y energías de los sectores, como la industria, que son la fuente de los avances de la productividad. Cabe recordar aquí lo que afirmó en 1791 Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro de EE.UU., en su Report on the subject of manufactures,en el sentido de que haciendo mayor el sector manufacturero aumenta el “pastel económico”. En Cataluña, el sector manufacturero es importante –se estima que su contribución al valor añadido está bien por encima de la del turismo–, y es la base de la innovación y la exportación de bienes. Hoy debe añadirse toda la industria en sentido amplio y los servicios digitales avanzados (industria 4.0).
¿Qué puede hacer la política económica? De entrada, aplicar tasas correctoras de las externalidades negativas generadas por el turismo masivo. La alternativa es aplicar limitaciones de cantidad, pero son más intrusivas y provocan más efectos secundarios no deseados (aunque el planeamiento urbano es siempre necesario). Es necesario que los actores económicos se enfrenten al coste social de sus decisiones, no sólo al coste privado. Sin embargo, esto no será suficiente para reequilibrar la especialización sectorial de la economía catalana. Es necesaria también una política industrial moderna que ponga énfasis en la formación, inversión en I+D y ciencia, y que ayude a coordinar el conjunto de activos complementarios necesarios para los grandes proyectos transformadores (como el vehículo eléctrico), para fomentar un ecosistema innovador y las start-ups y scale-ups, y modernizar las pymes. Debe ir acompañada de una mejora de la transferencia de tecnología del sistema científico-técnico a la empresa y de una reforma del sector turístico para fomentar la calidad por encima de la cantidad. Entre los activos necesarios es necesario que el aeropuerto de Barcelona tenga capacidad para vuelos de largo radio (sobre todo, Pacífico). No es casualidad que sea un aeropuerto low cost, es coherente con el modelo económico inercial en el que el turismo masivo es central.
Para que Cataluña alcance su potencial y proporcione un alto nivel de bienestar a sus ciudadanos, debe mejorar la productividad avanzando en la digitalización (desarrollando la aplicación inteligencia artificial), la descarbonización y la diversificación de su economía. Cataluña ha tenido tradicionalmente una base industrial y de servicios diversificada; es necesario modernizarla y mantenerla.