¡No puedo creerlo!

¡Es extraordinaria, extraordinaria, la fotografía! Benjamin Netanyahu y Donald Trump se encontraron en la Casa Blanca y "pactaron" el futuro —si lo hubiera— de Gaza. Del encuentro entre ambos terratenientes salió el plan de 20 puntos del que hablamos estos días para poner fin al genocidio (y digamos como sea necesario, de ese exterminio calculado de personas) en la Franja de Gaza. En esta reunión, sin embargo, Trump obligó (podemos decir como queramos, también) a Netanyahu "a hacer una llamada al gobierno de Qatar para que se disculpara por el ataque a Doha de principios de septiembre, en el que Israel mató a cinco miembros de Hamás".

En esta fotografía que parece que no pueda ser seria, ambos líderes están sentados en butacas frente a la chimenea del Despacho Oval. Es el momento de la llamada. Trump da esa cara de niño amurallado que parece broma, tan poco madura, y tiene cogido con una mano el aparato receptor del teléfono, que es fijo, y con la otra el hilo que se conecta al enchufe. Netanyahu tiene un papel en la mano, que lee, donde le habrán apuntado lo que debe decir. Se ha llevado el auricular en la oreja con la otra mano. Con la mirada baja, lee un papel, algo arrugado. Mientras habla, obediente, Trump, el hermano mayor (la actitud no es de padre) controla. Le ha obligado, le ha dicho: "¡Hazlo ahora mismo!".

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Si no estuviera sujetando el aparato en su regazo, de cualquier modo, si sólo estuviera mirando, supervisando, la imagen no sería tan violenta, ni para uno, ni para el otro. En la foto está "el antes". Trump coge el aparato de la mesa, de un revuelo, este que comunica con una secretaria y con los servicios de inteligencia. Trump grita: "¡Ponte con Qatar!". Y una vez la secretaria obedece le da el auricular al otro y le dice: "¡Y ahora leerás esto o me sentirás!".

¡Es extraordinaria, extraordinaria, la fotografía!