No sólo Mazón

La primera anotación es sobre la falta de liderazgo en el Partido Popular: si Mazón finalmente cae no será porque lo haya decidido Feijóo, sino el entorno del partido, desde los diarios madrileños de la derecha nacionalista hasta el dueño de Mercadona. Son ellos los que dejan sin aire al todavía presidente de la Generalitat, un personaje que se cavó él mismo la tumba política cuando quiso llevar su particular huida hacia adelante algo más lejos, con unas declaraciones suficientemente ofensivas de las que quedó, como suele ocurrir, una especie de chiste de mal gusto: "Llegué al Cecopi- o no?". Que Mazón dimita o caiga de la presidencia de la Generalitat Valenciana es algo que debía haber pasado hace mucho tiempo: hay doscientas veintisiete víctimas, muchas de las cuales –y ésta es la grave, terrible responsabilidad de Mazón– podían haberse evitado con una gestión razonablemente eficaz de los recursos de que disponía el gobierno valenciano para hacer frente. Por tanto, su destitución o cese es de razón y no deberíamos haber estado discutiendo durante tanto tiempo.

Ahora bien, no muy lejos de Mazón, ni geográfica ni ideológicamente, tenemos a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre la que pesan 7.231 muertes en los geriátricos durante los días más duros de la pandemia (de los que hace cinco años) que merecen la misma consideración: buena parte de estas muertes eran la misma consideración: buena parte de estas muertes eran la misma consideración: buena parte de estas muertes eran la misma consideración. En vez de aprovechar los recursos al alcance, Ayuso y su administración aplicaron los conocidos como protocolos de la vergüenza, que establecían que los ancianos de las residencias enfermos de cóvido no fueran trasladados a los hospitales, según decían, para evitar la saturación. "Sin embargo, debían morirse igualmente", era el único comentario que había hecho la presidenta Ayuso. Hasta ayer, cuando dijo que la cifra de 7.219 fallecidos fue un "invento" del anterior consejero, y que el número real de muertes en las residencias fue de 4.100, que se ve que deben ser pocos. Increíblemente, salvo algunas recriminaciones desde la izquierda, y aún contadas, nadie ha exigido de forma seria la dimisión de la presidenta de Madrid, ni por la calamitosa gestión de la pandemia ni por sus faltas de respeto, reiteradas, a las víctimas y sus familias. ¿Por qué en Mazón sí y en Ayuso no?

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Dejaremos la pregunta a la consideración de los lectores, mientras recordamos que el PP tiene, desde hace tiempo, una relación especial con los muertos: desde cuestionar la necesidad de respetar su memoria, como han hecho reiteradamente con las víctimas del franquismo, hasta mezclar los trozos, como hizo el ministro de Defensa Trillo con los soldados, isto hacer, tanto con las víctimas de ETA como con las del terrorismo islamista. Hablando de intereses, y volviendo a la pregunta de antes, podemos aventurar una hipótesis: mira que no tenga que ver con que Mazón se haya convertido en un estorbo demasiado visible para contrataciones y pujas que requieren una alta dosis de opacidad.