La ofensa española

"España y México son pueblos hermanos y nos parece inaceptable que se excluya la presencia de nuestro jefe de Estado". Esto ha dicho Pedro Sánchez en respuesta a la exclusión del rey por parte del gobierno mexicano en la toma de posesión de la nueva presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum. La presidenta ha reconocido que Felipe VI no ha sido invitado porque no respondió una carta del anterior presidente que le instaba a pedir perdón por el genocidio derivado de la conquista de América. Justamente por eso es evidente que España y México son pueblos hermanos... forzados. Porque sí que es verdad que los hermanos se pelean, pero de ahí a exterminarse hay un paso notable. Otra cosa son los accidentes. Pero Pedro Sánchez no ha querido hablar del tema del genocidio porque debe considerarlo un tema menor. Sobre todo si tenemos en cuenta que ha insistido sólo en la ofensa que ha sufrido el rey de su país. Y para que quede claro que este rey es el que une el bipartidismo español, PSOE y PP han hecho un frente común para defender una idea muy loca: es mucho más ofensivo no invitar a un jefe de estado puesto por un dictador (si s hereda el cargo, se hereda la dictadura) que no quiere reconocer los crímenes del pasado (la coherencia del rey, eso sí, es indudable) que haber cometido un genocidio. Pero en realidad esto no está tan loco si recordamos que en el 2018, el socialista diplomático Josep Borrell dijo que EEUU llegó a la independencia prácticamente sin historia y que “lo único que hicieron fue matar a cuatro indios”. Y sí, como recordaréis también, después de eso le hicieron jefe de la diplomacia europea, cargo que todavía ostenta y que no hace peligrar la vida de los indios porque los cuatro que había ya les mataron los europeos que comieron se América. Esas palabras, además, y no me lo invento, las dijo en un foro para hablar sobre el futuro de Europa. Queda claro que fue un visionario porque el presente de Europa sostiene el desprecio por muchos de los crímenes cometidos contra la humanidad. O sea, el progresista Pedro Sánchez tomó nota de su compañero de partido y ha mantenido una continuidad en su discurso. A quien le importan los indígenas que fueron asesinados durante la Conquista ¿si ahora se ofende una figura tan democrática como la de un rey? Y es que para terminar de arreglarlo, el presidente español ha hablado en la 79ª Asamblea de la ONU sobre la amenaza de las noticias falsas y el peligro de los extremistas en la democracia. Abanderado, pues, de la democracia más pura, Sánchez ha dicho que ésta "libra una batalla por su supervivencia". Que no falte el lenguaje bélico, tan ligado a la democracia, a las monarquías ya las conquistas. Y para facilitarnos la sátira, el presidente de España ha querido hablar de coherencia para criticar a quienes aplican una doble moral en Gaza y Ucrania y alertar del aumento de conflictos armados en el mundo. Todo ello para acabar defendiendo a un rey que no quiere pedir perdón. Coherencia de manual. Pero a todo esto, dejadme añadir que tampoco los gobiernos de México han tenido un trato ejemplar con los indígenas. Ni los de México ni los de ninguna parte. Que una cosa no quita a la otra. Porque ya puestos, que los ofendidos sean quienes realmente tienen motivo para ofenderse. Y que dejen de robarles la voz, de utilizarlos y de tratarlos con el paternalismo imperialista que les caracteriza a todos. Y es verdad que el perdón no soluciona nada. Pero algo de humildad ante tanta arrogancia quizás nos ahorraría algunos conflictos de esos que Sánchez dice que cada vez hay más.