El preocupante aumento de las agresiones sexuales
BarcelonaLos datos no engañan. Sumando los archivos de todos los cuerpos policiales que operan en Catalunya, desde Mossos hasta Guardia Civil pasando por las policías municipales, se detecta un aumento considerable de las denuncias por agresiones sexuales los últimos años. En concreto, las denuncias se han doblado en los últimos seis años. La situación ha llegado a un punto en el que cada 12 horas se denuncia una violación en Catalunya. Solo en la ciudad de Barcelona es una cada dos días. Y lo más preocupante es que es un tipo de delito que no bajó ni durante la pandemia, cuando estaba el ocio nocturno cerrado, lo que demuestra que se trata de un tipo de violencia estructural que se da especialmente en el ámbito familiar.
Los expertos no se acaban de poner de acuerdo sobre si estas cifras reflejan un aumento real de las agresiones o si lo que hay es un afloramiento de los datos, es decir, que cada vez se denuncia más porque hay más sensibilidad del hecho de que hay que visibilizar esta violencia. De hecho, según expertas como Alba Alfageme el número actual de denuncias sería solo la punta del iceberg, puesto que se calcula que solo un 15% de las agresiones llegan a comisaría. Este tipo de violencia, sobre todo si se produce en el ámbito familiar o entre conocidos, todavía cuesta mucho denunciar, porque la víctima tiene miedo de las posibles represalias y estigmatizaciones.
Ante estas cifras tan escandalosas, las administraciones y toda la sociedad en general se tienen que poner en alerta. No hay duda que las generaciones más jóvenes de chicas están más concienciadas de la problemática, pero todavía hay mucho trabajo por hacer. Una de las polémicas del verano –el goteo de denuncias de pinchazos relacionadas con la sumisión química– demuestra que la violencia machista no diferencia entre grupos de edad y se adapta a los nuevos entornos. En este contexto, es imprescindible continuar con las políticas de protección de la mujer en varios ámbitos. Los puntos de información lila son una herramienta imprescindible para visibilizar el problema y dar seguridad, pero también se tiene que asegurar la presencia policial y una buena iluminación. Y después, obviamente, está todo el proceso de acompañamiento de la víctima, la gran asignatura pendiente, y el peligro de la revictimización en los juicios.
Pero todo esto no servirá de nada si no hay un trabajo de base en el ámbito educativo. En tiempos en los que la extrema derecha amenaza con vetar según qué contenidos en las escuelas con propuestas como el pin parental, hay que incidir todavía más en la educación sexual y en la crítica de los roles de género. Las masculinidades tóxicas, por un lado, y la hipersexualización de las chicas a una edad cada vez más temprana, por el otro, acaban siendo un cóctel explosivo. Ya es hora de que todos juntos nos tomemos este problema en serio y lo abordemos con un enfoque global, no solo desde la policía y el Código Penal, sino desde todos aquellos aspectos que acaban desembocando en la violencia machista.