El reparto
Hoy no es el 8 de marzo y los problemas son los mismos que ayer. Hoy no es 8 de marzo, pero la ola involucionista continúa y afectará a hombres, mujeres y, en general, a cualquier persona que no entre en los parámetros de esa masculinidad asfixiante que cumplen a la perfección los liderazgos de Trump, Putin y Xi.
Se presentan como liderazgos fuertes, pero en realidad confunden la fortaleza con la arrogancia, la fanfarronería y la soberbia. Ideas simples que desprecian la diferencia y la disidencia de quienes no siguen el culto a la personalidad, el dinero y el poder.
Sin tiempo que perder, Europa empieza a darse cuenta de que el orden internacional liberal está amenazado por la voluntad de reparto del mundo de tres potencias, dos de ellas en manos de dictadores y una tercera en peligro de caer. Los estadounidenses verán cómo se lleva al límite el equilibrio de sus instituciones, y la gran pregunta para los próximos tiempos será si las instituciones y la sociedad civil serán lo suficientemente fuertes como para limitar esta andanada contra los pilares de la democracia. Por el momento, los tribunales son el primer dique de contención de muchas de las políticas de dudosa legitimidad de Trump.
Gobernar no es fácil
En las primeras semanas de mandato demuestran que Trump está dispuesto a reventar el orden interno y el orden internacional, pero que no lo tendrá fácil. Su éxito en el país se basa en tres medidas que aprueba ampliamente la opinión pública: la política migratoria, los recortes en el gobierno federal y la imposición de unas relaciones internacionales basadas en el aprovechamiento del otro. Trump no lo tendrá tan fácil como su propaganda simula. Por el momento, el 5 de marzo el Wall Street Journal publicó que los vuelos militares de expulsión de inmigrantes se han detenido por cuestiones presupuestarias y las expulsiones masivas no se están produciendo. En cuanto a la reducción de la administración, han trascendido importantes diferencias de los miembros del gabinete con Elon Musk que han obligado al presidente a desautorizarle y asegurar que la reducción de la burocracia se hará "con bisturí y no con hacha". En el fondo está la inquietud social por las consecuencias sobre los programas Medicaid y Medicare, la cobertura sanitaria para las personas mayores y las personas con menos recursos.
Musk considera la seguridad social "la mayor pirámide de Ponzi de todos los tiempos", pero no está claro que Trump se atreva a desmontar el sistema. Pero donde Trump se la jugará de verdad es en la economía y en la inflación, la principal preocupación de los estadounidenses. Por el momento, la guerra comercial se ha ido aplazando por la inquietud de los actores implicados, y la caída de las bolsas no es un buen síntoma.
Mientras tanto, Europa ha empezado a moverse para liderar la paz. Una paz entendida como un acuerdo sostenible que no se base en la humillación de los ucranianos ni en la inseguridad crónica de los países miembros de la Unión Europea frente a una Rusia expansionista.
Por fin, esta semana Londres y París han entendido el peligro de la situación y han comprobado la nula capacidad diplomática trumpista. ¿Cuántas reuniones a gritos habrá presenciado el busto de Churchill que hay en el Despacho Oval? Probablemente cientos, pero nunca hasta ahora ningún presidente había emitido en directo la ruptura con un aliado al tiempo que provocaba una profunda satisfacción al enemigo común. La diplomacia transaccional de Trump no puede emitirse en prime time si no se quiere acabar admitiendo alguna derrota en manos de la realidad o dando cartas a Rusia.
Que Trump haya recuperado el busto de Churchill en el Despacho Oval podría no ser una buena noticia. De hecho, también ha recuperado el botón con el que pide a los asistentes que le llenen el vaso de Coca-Cola, bebida de la que consume unos cuatro litros al día, pero si respeta a Churchill también puede que respete el puente transatlántico del primer ministro británico, Keir Starmer.
Este mismo sábado, Volodímir Zelenski celebraba un encuentro "muy productivo" con una delegación británica. Una reunión previa a la del próximo martes, cuando los ucranianos se encontrarán con representantes estadounidenses en Arabia Saudí. La mediación de los sátrapas del Golf se realizará mientras 70.000 mujeres ucranianas lucharán, 5.500 de ellas en el frente, por la libertad de su país.
De las muchas y recurrentes frases que se atribuyen a Churchill hay una para cada momento, como ésta: "El éxito no es el final. El fracaso no es fatal. Lo que cuenta es el coraje para continuar". Es lo que necesita Ucrania y Europa. Los tiempos han cambiado y en el reparto del nuevo mundo nadie les espera.