Simone Biles, yo también me he lesionado
Querida Simone, te escribo como mujer afro, como mujer que se exige demasiado, como mujer que se ha lesionado como tú, y te escribo como madre. Te escribo para darte las gracias por poner la lente de aumento a una realidad que, desgraciadamente, sigue siendo tabú. Las lesiones mentales existen, y son lesiones.
Hace unos años, después de parir, me lesioné. Los síntomas eran una ansiedad y una depresión que no me dejaban comer, ni dormir, ni salir a la calle. Busqué ayuda pronto y, aún así, tardé un par de años en recuperarme de la lesión. No fue fácil admitir que necesitaba ayuda, ni explicar a las personas cercanas que estaba lesionada y, por lo tanto, que había cosas que podían pensarse básicas y obligatorias que yo no podía hacer.
Lo que te quería decir, sin embargo, es que te admiro. Yo no admitía mi lesión públicamente porque me daba vergüenza, como si fuera culpa mía. No lo admitía porque me resonaba, como una sentencia, la frase de una amiga cuando le expliqué lo que me pasaba: "Esto es cuestión de actitud, tienes que ser positiva". Y yo, Simone, sé que lo entenderás, intentaba serlo, pero no podía. Y me sentía sola. E incomprendida.
Me pregunto por qué se presupone que es una cuestión de actitud. Nadie me dijo nada parecido ninguna de las veces que me he hecho esguinces en los tobillos. Nadie se atrevió a mandarme a cambiar de actitud cuando tuve que hacer rehabilitación después de una crisis física por una hernia discal. En aquel caso –después de las pruebas correspondientes– el médico me mandó una medicación para el dolor y sesiones para devolver a mi columna la máxima movilidad posible. Una vez recuperada de esta crisis física, me dieron una serie de recomendaciones para mantener la columna sana.
La salud, sea una vértebra o la mente, merece atención, cuidados y atención personal. Pero cuesta asumirlo, porque nos dicen que "es cuestión de actitud". Es decir, se nos culpa de la lesión, como si fuera una cosa que podemos encender o apagar a voluntad. Ojalá fuera así... Se nos carga el peso de la salud mental desde el mismo sistema: cuando me lesioné la columna tardaron una semana en darme cita con el traumatólogo, mientras que la derivación a psicología tardó más de un mes, a pesar de que la médica general puso mi caso en la cola de casos urgentes.
Simone, en España una de cada diez personas adultas tienen lesiones como la tuya y la mía. Si miramos el dato en mujeres, el porcentaje sube a un 14%, mientras que en hombres es un 7%. Por eso te decía que te escribo como mujer, porque tenemos el doble de posibilidades de sufrir este tipo de lesiones. La depresión y la ansiedad están empatadas en primer lugar, ganan la medalla de oro... y, en este caso, las sufrimos un 9% de las mujeres frente a un 4% de los hombres. Normal, por otro lado, porque somos las mujeres las que tenemos más presión estructural.
Por eso te decía que te escribo como mujer, sabiendo que la sociedad nos exige no solo hacer "bien" nuestro trabajo, sino demostrarlo. Y si añadimos que para las mujeres afrodescendientes la presión se duplica, puedo entender lo que te ha pasado. Se nos exige la excelencia patológica. No tenemos descanso. Puedo imaginar que si, encima, has crecido con la exigencia añadida de ser deportista de élite, esta presión ha sido todavía más grande.
En todo caso, Simone, ahora que el mundo entero te mira, opina, reflexiona o acusa, lo que has hecho es más valioso de lo que puedas imaginar. Eres una campeona, hagas lo que hagas, pero ahora nos has demostrado que sí, que las lesiones mentales son lesiones. Al tener el valor de pararte por tu lesión has ganado el campeonato de no rendirte a las exigencias sociales, profesionales y, en tu caso, deportivas, y nos has mostrado una cara oculta de la realidad. Nos has recordado que el sistema no atiende una de nuestras necesidades básicas: la salud mental.
Ojalá que nuestras hijas y nuestros hijos no tengan que enfrentarse a estas dicotomías, ojalá entiendan que el autocuidado tiene que estar en el centro de todo lo que hagamos, y que el perfeccionismo, la disciplina excesiva, el autocontrol obsesivo y la necesidad de demostrar lo que somos, son taras nefastas que lo único que hacen es cronificar cualquier lesión. Como madre te agradezco que hayas creado precedente para que mi hijo, el día de mañana, pueda entender que el éxito no está fuera, está en reconocernos en nuestra complejidad, con nuestras fortalezas y lesiones, que nos hacen humanos. Y que su bienestar psicológico es tan importante como el estado de su columna vertebral.
Gracias, Simone, por recordarnos que no somos máquinas.