El teatro del absurdo
¿A qué juega Junts? Después de un largo tira y afloja con el gobierno socialista de resultados discretos, de repente les ha entrado la inquietud. Y empezaron los fuegos de artificio. Primero fue el solemne anuncio, con bendición de Puigdemont, de dar por terminada la etapa de negociación y apoyo a la mayoría que gobierna España. Ahora da un paso más en la retórica catastrofista: Miriam Nogueras proclama, con la tensión expresiva que la caracteriza cuando quiere demostrar indignación, que Junts vetará la cincuentena de leyes que en ese momento el gobierno español tiene en vías de tramitación en Les Corts. Probablemente porque se han dado cuenta de que la primera amenaza estaba ocurriendo sin pena ni gloria, como si la idea no terminara de ser creíble. ¿Alguien podía imaginar que Junts abriera camino al recién consolidado tándem PP-Vox?
El desaguisado coincide con el momento en que Feijóo ha decidido dar el paso definitivo en la aproximación a la extrema derecha, entrando directamente en una lógica de coalición, aunque pueda parecer suicida porque sitúa al PP en manos de un Vox al alza que tiene mucho que ganar y poco a por. ¿Qué quiere hacer Junts? ¿Debemos entender que se incorpora a la línea de las derechas europeas que poco a poco van legitimando el neofascismo? Si Junts y el PP pudieran sumar solos, podríamos entender que la proximidad en matérica económica diera una pausa a la distancia en materia de concepción del Estado, pero sabiendo que dependen de Vox, la broma se hace patética. Y en el fondo sólo es expresión de una realidad: la dificultad de Junts de adaptarse a la actual fase de la política catalana, con la desmovilización de una parte del voto independentista que capitalizó en su día.
La línea que separa hacer política de jugar a hacer política es muy fina, y mal está cuando se desdibuja, porque puede ser señal de que se está perdiendo la noción de la realidad. Juntos acumula un mal síntoma, que quizás es lo que ha despertado esta inquietud por hacerse notar, y es que su ruido, que antes era efectivo, ahora, tras el desconcierto del Proceso inacabado, queda a menudo a beneficio de inventario. La falta de resultados de su tanteo parece que empieza a cansar al personal. Y a Junts le cuesta encontrar la manera de seguir siendo determinante en la situación actual. Y, sin embargo, la amenaza tiene garantías limitadas de éxito cuando tu interlocutor sabe que poco tienes que ganar en el otro lado, donde el PP depende de Vox y no te puede dar ni agua. Juntos entra en el teatro del absurdo. Si hiciera caer a Sánchez, ¿quién lo capitalizaría?