Las tejedoras del futuro
Hace unos días todos vivimos, de cerca o de lejos, el Mobile World Congress 2024. Algunos sacaron mucho provecho y otros lo sufrieron, pero, en conjunto, Barcelona, Cataluña y también España pueden estar muy satisfechos de la celebración de este año. Hay que hacer todo lo posible para que siga en nuestro país, ya que durante una semana los futuros de la tecnología digital, de la supercomputación, de la comunicación y de la inteligencia artificial se han estado marcando aquí. No quiero insistir en el tema, ya que se ha escrito y hablado tanto que me repetiría. Sólo quiero contar tres cosas que he vivido personalmente, que me han impactado, y que sintetizo: un stand que me ha impactado, una satisfacción que he tenido y una curiosa paradoja que se me ha ocurrido. Ya verá por qué no puedo dejar de hablar...
1. El stand de la Mobile World Capital Barcelona. La gran mayoría de los stands correspondían a empresas que lógicamente venían a Barcelona, de todo el mundo, a mostrar sus capacidades, dar a conocer sus realizaciones ya ofrecer sus productos o servicios. También había muchos otros stands presentados por administraciones públicas o instituciones privadas (gobiernos, Acción, Barcelona Activa o la Fundación MWCapital...) que querían ayudar a apoyar los objetivos del Salón ya facilitar los intercambios de ideas, herramientas y de propuestas de los asistentes.
Esta última montó un stand que me llamó la atención, tanto por su valor artístico como por el acierto de sus contenidos. El diseño, en colaboración con el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña, logró ser uno de los stands de mejor calidad del Salón. Y, entre los contenidos, bajo el título de Recorrido histórico: pasado, presente y futuro existía una descripción de momentos importantes de cambios tecnológicos pasados vividos en Cataluña, y con previsiones de futuro. Comento los relacionados con el pasado, puesto que son los que más me llamaron la atención.
2. Una pequeña historia tecnológica catalana. El Recorrido marcaba cuatro momentos bautizados como: primeros telares o máquinas para tejer (Bonaplata), primeras baterías eléctricas portátiles (Tudor), primeros vehículos (Hispano Suiza) y primeras tarjetas de memoria para ordenadores (Telesincro). No sé cómo se realizó esta selección, pero es cierto que pueden representar momentos importantes del progreso tecnológico y que pueden marcar etapas de nuestra historia económica (textil, electrificación, movilidad y computación digital). Confieso que me sentí enormemente satisfecho y reconocido al ver que se tomaba como ejemplo un aspecto de la actividad de la empresa que creamos en los años 60 tres compañeros del sector electrónico y que yo presidí durante varios años. Seguro que todos los cientos de personas que contribuyeron al éxito de la empresa compartirán esta satisfacción. Estoy, por tanto, muy agradecido a la Fundación MVC por esta mención, y lo hago en nombre de todos ellos y ellas. Termino el artículo explicando por qué se me ocurrió pensar en una paradoja al ver lo que vi cuando visité el stand.
3. La paradoja de las tejedoras. La memoria de los primeros ordenadores de Telesincro no estaba contenida en una cinta perforada, ni en un chip electrónico, sino que estaba guardada en una "placa de memoria", que es lo expuesto en el Salón del MWC, y que está normalmente visible en el Museo de la Ciencia y la Técnica de Terrassa.
Cada placa contenía 32 columnas de cables eléctricos paralelos verticales y 22 hileras horizontales que los cruzaban; en los cruces se podían colocar hasta 704 anillos de ferrita. Unos cables servían para entrar corriente, y sólo en aquellos cruces donde encontraban un anillo de ferrita activado provocaban una salida de corriente. Así es como representábamos los 0 y los 1, y se hacían lo que ahora llamamos algoritmos. Para programar el ordenador se tenían que “tejer” unos hilos de cobre que pasaran por los cruces con las ferritas, y éste era un trabajo que pedía mucha sensibilidad y capacidad para realizar la inserción. Esto suponía que una parte importante del personal de la empresa eran las llamadas “tejedoras”, ya que debían trabajar cada vez que era necesario “programar” un nuevo ordenador o “reprogramar” uno que ya estuviera en servicio.
La paradoja curiosa con la que quiero terminar es que en el primer punto del Recorrido se exponían los “teleros” o “máquinas de tejer” del siglo XIX que seguramente sustituyeron a muchísimas “tejedoras de hilos de algodón o de hilos de lana”; y que el cuarto punto recuerda la existencia de las “tejedoras de hilos de cobre” que trabajaron en el siglo XX y que posteriormente fueron sustituidas por elementos de carácter digital, o por elementos inmateriales de software. Quiero tener un gran recuerdo por las docenas de tejedoras que trabajaban en Telesincro, junto a los cientos de empleados que tuvo la empresa. ¡Gracias!