Los tres frentes de Zelenski
Militar. La invasión rusa de Ucrania está a punto de entrar en su tercer año, sin una salida en el horizonte. Convertida en una guerra de trincheras y alta tecnología; con bombardeos masivos y cientos de miles de víctimas. Pero seguimos hablando de una guerra enquistada. Estática. Una guerra eclipsada por otras guerras; por otras agendas políticas. Mientras los aliados occidentales de Volodímir Zelenski entran en el impasse legislativo de las campañas electorales, Ucrania, en cambio, tendrá que encarar un año decisivo para el futuro inmediato del conflicto y para su integridad territorial y política.
El fracaso de la tan anunciada contraofensiva del año pasado ha abierto heridas internas, empezando por el propio liderazgo del presidente Zelenski, que se decidirá en tres frentes distintos. El primero es el militar.
El informe de Eurasia Group sobre los riesgos de 2024 da por hecho que Ucrania “se dividirá de facto este año”. La guerra ha alcanzado un punto de inflexión. En el mejor de los casos –dicen los expertos de este centro fundado por el politólogo estadounidense Ian Bremmer– Rusia mantendrá el control del territorio que ahora ocupa en la península de Crimea y en las provincias de Donetsk, Luhansk, Zaporiyia y Jérson, alrededor del 18% del territorio de Ucrania. Sin embargo, la falta de ayuda financiera y militar y las dificultades para seguir reclutando a soldados para el frente se podrían traducir en una derrota ucraniana “tan pronto como el próximo año”.
La guerra de desgaste favorece la capacidad de resistencia rusa.
Político. El segundo desafío está en el liderazgo interno. Por primera vez desde el inicio de la invasión, empezaron a surgir desavenencias entre Volodímir Zelenski y su comandante jefe, Valerii Zaluzhnyi; o entre el presidente y el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko. El presidente ucraniano ha confirmado que estudia una renovación en la cúpula del ejército, incluido el popular general Zaluzhny, porque hace falta “un nuevo comienzo”.
La capacidad de tracción del liderazgo de Zelenski se juega tanto en Kiev como en el exterior. El tercer frente está en manos de sus aliados.
Olha Stefanishyna, viceprimera ministra ucraniana para la Integración Europea y Euroatlántica, admitía, hace semanas, en un debate con analistas europeas, que existe una distancia que se ensancha entre la UE y Ucrania, y reclamaba “persistencia” a sus aliados.
Zelenski necesita afianzar el apoyo de Bruselas. La falta de perspectivas en el frente militar comienza a pasar factura en la unidad de la UE y no solo por la voluntad de Viktor Orbán de desafiar cada decisión a veintisiete. Él es la cara más visible de ese enfriamiento, pero no la única. El fondo comunitario que financiaba el envío de armas para Ucrania se ha agotado y, sin nuevas contribuciones de los estados miembros, la maquinaria armamentística se detiene. Alemania lidera a los países que quieren repensar este fondo antes de volver a poner dinero y la negociación implicará -como siempre que hay que discutir de dinero y de regulaciones financieras en la UE- un retraso.
Diplomático. El enquistamiento del frente militar obliga a mover la vía política. La organización internacional por la resolución de conflictos, Crisis Group, pide en un análisis que acaba de publicar que la Unión Europea y los Estados miembros hagan un mejor control de sus expectativas, y que ayuden a Ucrania a gestionar las suyas. "Por muy bien armada que esté Ucrania –dice el análisis–, es poco probable que recupere todo su territorio por la fuerza" y, por tanto, las negociaciones siguen siendo el final más probable.
Vuelven las voces que piden una vía diplomática para detener la guerra. El presidente francés, Emmanuel Macron, hablaba, en diciembre, de ofrecer a Ucrania el "apoyo necesario" para poder negociar en mejores condiciones. La UE debe empezar a plantear escenarios posibles. El impasse militar sobre el terreno, el estallido de la guerra en Oriente Próximo y los calendarios electorales en Europa y Estados Unidos debilitan la agenda internacional de Zelenski y alimentan voces críticas desde el interior.