Por fin vacaciones y por fin más vacunas. A pesar de todos los pesares, parece que esta Semana Santa nos da un pequeño respiro e incluso una ligera dosis de optimismo, del que no vamos sobrados. Una parte considerable de la población ha podido irse de casa y cambiar de aires, cosa que psicológicamente muchos agradecerán después de tiempo sin poder salir del municipio, primero, y de la comarca, después. Y, a la vez, se está acelerando el proceso de vacunación –este fin de semana y el lunes festivo habrá vacunaciones–, lo que abre la puerta a pensar que quizás sí que conseguiremos el objetivo de llegar a verano en condiciones de una mínima normalidad. Pero no nos apresuremos.

Durante meses, los vaivenes en la lucha contra la pandemia han conseguido dejarnos exhaustos y desconcertados: los permanentes cambios en el confinamiento, el caos europeo con las vacunas, las discrepancias entre gobiernos y entre epidemiólogos... Han sido un otoño y un invierno duros, tanto desde el punto de vista sanitario como económico. La pandemia se nos ha hecho muy larga, y todavía estamos lejos del final. Pero ahora, con el inicio de la primavera y la Semana Santa, hay por primera vez indicios para la esperanza. A pesar de que hay que ser muy prudentes: todavía mueren cada día muchas personas y se contagian muchas más. De hecho, la vacunación por fin ha cogido ritmo en un momento en que los indicadores de la evolución de la pandemia vuelven a empeorar desde hace dos semanas: este viernes ha habido 1.606 contagios nuevos en Catalunya y 17 defunciones más, que elevan el total de decesos a 21.328. El riesgo de rebrote ha subido 9 puntos y se sitúa en 284, y la velocidad de transmisión también ha incrementado una centésima (1,21). A pesar de que el número de ingresados en los hospitales se ha reducido en 27 (el total es de 1.427), los que están en las UCI han aumentado en tres (417).

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Por lo tanto, faltan tiempo y esfuerzos para dominar el virus, y la inmunidad de grupo todavía queda muy lejos. Como explicamos hoy en el diario, hasta que la vacunación no llegue a los niños difícilmente se conseguirá. Y en el caso catalán, todavía falta para que esto sea una realidad. Ahora mismo seguimos con lagunas importantes y difíciles de entender en las franjas de edad avanzada, en especial la de los de 66 a 79 años, que es crucial porque los casos de contagio a menudo acaban con ingresos hospitalarios. La anunciada llegada, la semana que viene, de una remesa importante de dosis de Pfizer puede incidir positivamente en este colectivo de riesgo.

De forma que cualquier prevención es poca. El hecho que hayamos podido salir de nuestro entorno habitual por unos días no tendría que ser incompatible con la máxima prudencia que supone mantener los grupos burbuja y minimizar la sociabilización. Algunas imágenes de playas masificadas generan incomodidad y dudas. Hacen temer un nuevo retroceso epidemiológico después de Semana Santa, con todo lo que esto supondría de alteración de la vida social y económica si se tuviera que volver a situaciones de confinamiento más o menos duro. Así pues, bienvenidas sean las vacaciones y que la aceleración de la vacunación se mantenga. Pero sobre todo no bajemos la guardia en nuestro día a día.