Por qué votaré 'no' a romper el acuerdo con el PSOE

Puedo entender e incluso compartir la frustración que sentimos los independentistas por los pocos avances o sucesivos retrasos en muchos asuntos formalmente acordados, como la aplicación de la amnistía, la reforma del sistema de financiación autonómica –pendiente desde hace un montón de años– y el traspaso de Cercanías a Cataluña y no ejecuta.

Sin embargo, todo esto no me conduce a tomar una decisión de ruptura de los acuerdos con el gobierno español y el PSOE alcanzados en la negociación llevada a cabo en Bruselas y Suiza, con la participación de un mediador internacional, por las razones que intentaré exponer a continuación.

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El contexto catalán, español y europeo en estos momentos requiere estabilidad. La inestabilidad gubernamental hemos visto cómo en Francia y en Alemania ha llevado a unos escenarios no queridos que sólo favorecen el crecimiento de las opciones populistas y de ultraderecha, y las encuestas tanto en España como en Cataluña muestran tendencias similares. Así, unas eventuales elecciones anticipadas no benefician a los intereses de Catalunya, de las fuerzas independentistas, ni de los que defendemos posiciones de moderación y necesaria negociación sobre todo tipo de cuestiones.

La aritmética electoral ha dado a las fuerzas independentistas una posición única en el Congreso de Diputados que muy difícilmente volverá a repetirse; por tanto, hay que aprovecharla y no menospreciarla.

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Por parte de Junts, la elección de asuntos que requieren cambios no ha sido la más acertada, puesto que algunos, como el catalán en Europa o las competencias en inmigración, no dependen exclusivamente del gobierno español o del PSOE, aunque sin duda podrían hacer más de lo que han hecho hasta ahora.

Finalmente, las consultas a la militancia, aunque son un mecanismo de participación democrática de indudable valor, también han demostrado estos últimos años en Cataluña que dejar una decisión trascendente a unas dos mil personas, que son las que al cabo de abajo inclinan la balanza en un sentido u otro, no necesariamente representa lo que querría la suya. Por parte de la dirección del partido, que ha sido elegida precisamente para tomar decisiones que escapan al día a día de los afiliados, es una dejadez de responsabilidades, porque ella es quien tiene toda la información, quien realiza las negociaciones con el gobierno y el PSOE y quien elige los temas y ritmos de la negociación. Traspasar la decisión a los afiliados, que votarán en base a sensaciones e información indirecta, es una opción que permite sacudirse responsabilidades y un motivo más que explicaría la desafección política que siente la ciudadanía hacia sus representantes políticos.

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Por todos estos motivos, y creyendo que Junts per Catalunya debe mantener su vocación de partido de gobierno, con quien se pueden pactar acuerdos en beneficio de la sociedad de la que forma parte, votaré que no en la consulta para romper el acuerdo de Bruselas.