MEMORIA HISTÓRICA

¿Cómo nos afecta todavía hoy la represión del franquismo?

Explica parte del voto actual de la ciudadanía y también la manera en la que pensamos o nos relacionamos

Toni Rodon
y Toni Rodon

BarcelonaLa guerra civil española y la dictadura franquista posterior han marcado de forma relevante la historia de nuestro país. El ejemplo quizás más evidente es el hecho de que España es hoy en día una monarquía, un sistema establecido directamente por el régimen franquista en 1947 y que ha pervivido hasta nuestros días. Pero la importancia de las dinámicas del pasado va más allá y puede llegar a configurar otras muchas cuestiones, como el actual sistema electoral. Tal como han reconocido sus protagonistas años después, la UCD de Adolfo Suárez diseñó un sistema electoral basado en la idea de infrarepresentar el mundo urbano, sobrerepresentar lo rural y permitir obtener la mayoría absoluta de escaños con un 30-35% de los votos. Esto fue así porque, entre otras cosas, los permitía ganar con el apoyo que les daban las encuestas. Pío Cabanillas, ministro en los últimos gobiernos de Franco y en los primeros de la UCD, dijo: “Todavía no sé quiénes, pero ganaremos”, una frase que ha pasado a la historia y que ilustra como ciertas decisiones pueden marcar el destino de muchas generaciones.

Los economistas hace unos años que nos explican que los países que han sufrido guerras civiles o violencia desatada han tenido a largo plazo un crecimiento económico más bajo. Recientemente, una larga lista de investigaciones académicas ha mostrado que la sombra del pasado va mucho más allá de los aspectos monetarios. Hemos aprendido, por ejemplo, que las personas que viven en zonas de África que experimentaron un pasado colonial más represivo confían hoy en día menos los unos en los otros. O que las zonas cercanas a campos de concentración alemanes tienen hoy en día una tendencia más grande a votar al partido de extrema derecha Alternativa por Alemania. O que aquellos lugares que recibieron con más intensidad la represión de Stalin en Rusia o sufrieron bombardeos americanos en Vietnam son zonas donde la apatía política está mucho más presente décadas después.

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El pasado, sobre todo si es violento, no se olvida y puede tener efectos durante muchos años. Pero ¿pasa esto también en nuestra casa? ¿La represión perpetrada por la dictadura franquista todavía explica nuestro voto o nuestras actitudes políticas? A pesar de que la respuesta a esta pregunta puede parecer obvia, no está tan clara. Así, en la línea de la narrativa oficial, se afirma a menudo que la Transición ayudó a cerrar heridas haciendo olvidar en buena parte el pasado autoritario y violento. Incluso, como hacen grupos de derechas habitualmente, se podría recordar que muchos grupos de izquierdas también ejercieron violencia en los primeros meses de la Guerra Civil, contrarrestando así el impacto que la violencia franquista ha tenido a largo plazo. El adoctrinamiento por parte de muchas generaciones educadas durante el franquismo tampoco habría ayudado a hacer que la memoria de la represión sobreviviera el paso del tiempo.

La Transición que no cierra heridas

A pesar de esta retórica, investigaciones académicas recientes apuntan en otra dirección. Analizando una encuesta del año 2008, la profesora de Georgetown Laia Balcells ya mostraba que la violencia franquista había hecho que la gente que lo había sufrido fuera más bien de izquierdas. Asimismo, en un artículo reciente, Francisco Villamil (UC3M) nos ha enseñado que el recuerdo de la represión no solo ha pervivido gracias a la transmisión generacional. Según este estudio, la violencia también incentivó el surgimiento o el crecimiento de muchos grupos clandestinos antifranquistas, responsables de mantener viva la memoria antifranquista y, en última instancia, de hacer que ciertos lugares sean hoy en día más de izquierdas. Otras investigaciones parecidas muestran como las zonas cercanas a fosas comunes son hoy en día bastiones de la izquierda.

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La represión franquista, ejercida con plena potencia durante los años cuarenta, explica parte del voto actual de la ciudadanía, pero también la manera en la que pensamos o nos relacionamos. También, según un estudio reciente de Felipe Valencia (Universidad de British Columbia) y Ana Tur-Prats (Universidad de California, Merced), las zonas del Estado que experimentaron más violencia franquista durante la Guerra Civil tienen décadas después niveles más bajos de confianza social y política. Según los autores, se trata de una memoria que ha pasado de generación en generación gracias a la transmisión interfamiliar, pero también a raíz de la escasez de políticas de memoria, que ha hecho que, por ejemplo, las zonas con más represión franquista tengan todavía hoy en día más nombres de calles asociadas a la dictadura. Todo apunta a que, también en nuestro país, los acontecimientos traumáticos del franquismo han dejado una larga huella que perdura en el tiempo. Una correa de transmisión que, en ausencia de políticas de memoria o con la presencia de partidos que blanquean el pasado franquista, puede seguir rodando.