El futuro del PP

Alejandro Fernández declara la guerra a Feijóo: "Soy un hombre sin tutelas"

La plana mayor del PP catalán planta al todavía presidente del partido, que plantea un 155 encubierto

BarcelonaHace semanas que el líder del PP en Catalunya, Alejandro Fernández, se ha convertido en un quebradero de cabeza para la dirección estatal del partido, pero este jueves ha querido oficializar desde Barcelona su pulso con el presidente de los populares, Alberto Núñez Feijóo, y ha demostrado estar dispuesto a llegar hasta el final en esta batalla. Ante un auditorio en el que destacaba la ausencia de los principales dirigentes del partido en Catalunya, se reivindicó como un hombre "sin tutelas" y cuestionó la estrategia del dirigente gallego de intentar acercarse de nuevo a sectores del nacionalismo moderado catalán. "No puede ser la solución dar más prebendas a la insaciable burguesía nacionalista y que paguemos los constitucionalistas catalanes. Encima nos dicen que tenemos que callarnos porque crispamos. No nos vamos a callar", espetó.

En Génova ya hace tiempo que Alejandro Fernández está sentenciado e incluso se lo intentó poner en las listas del 23-J para enviarlo a Madrid como vía para apartarlo de la primera línea, una maniobra que el dirigente popular frustró con un mensaje en las redes en el que rechazaba públicamente esa opción porque quería quedarse en Catalunya. "Sabía que iba a pagar un precio externo e interno cuando rechacé ir al Congreso", ha explicado este jueves Fernández, que desde entonces ha endurecido sus reproches públicos a la estrategia de la actual dirección popular. Un camino culminado con la conferencia de esta noche, en la que ha dicho que "cualquier titubeo, bandazo o ambigüedad no sería entendido" por la base social del partido.

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Aunque no ha hablado abiertamente del futuro congreso de los populares catalanes -aún sin fecha, pero que debería celebrarse en los próximos meses una vez se aclare el panorama político en el Estado con la investidura-, Alejandro Fernández sí ha evidenciado que tiene toda la intención de pugnar por seguir al frente del partido. Y consciente de que enfrentado con Génova sus opciones son escasas, ha puesto sobre la mesa la principal arma con la que quiere afrontar esta batalla: el papel de outsider que, pese a las presiones del partido, habla sin complejos y conecta con los sentimientos de las bases. De ahí que esté construyendo buena parte de su capital político a partir de mantener vivas las heridas del otoño de 2017 y cargar con dureza contra cualquier gesto que pueda ser interpretado como un mensaje de tibieza ante los partidos independentistas, como la posibilidad de que Feijóo se reuniera con Junts per Catalunya para hablar de la investidura.

Un 155 encubierto

Ante quienes pregonan que para que el PP crezca es necesario ofrecer un rostro más amable en Catalunya, Fernández ha recetado más mano dura. "No podemos ir a trancas y barrancas como en el 2017. No nos volvamos a confundir. No conozco a ningún constitucionalista que nos reproche falta de empatía con el separatismo, con Junts o con ERC. Más bien nos reprochan que se han sentido abandonados. Solo creceremos si la gente se siente protegida", ha defendido, y ha propuesto una especie de 155 encubierto con la aplicación de la ley de seguridad ciudadana para dirigir a los Mossos desde el Estado, así como la intervención financiera de la Generalitat y el fin de la inmersión lingüística.

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Con el acto de este jueves -en el que no estaban ni el secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, ni ninguno de los principales dirigentes del partido como Xavier Garcia Albiol, Daniel Sirera, Nacho Martín Blanco o Dolores Montserrat- Fernández ha evidenciado que, si no cambia nada, los populares catalanes están abocados a un congreso fratricida donde se enfrenten el propio Fernández y un candidato avalado por la dirección estatal. Un escenario que recuerda al de 2008, cuando el partido prácticamente se rompió por la mitad pero Génova logró imponer por la mínima a Alícia Sánchez-Camacho frente a Montserrat Nebrera. Alejandro ha demostrado que quiere ser Nebrera. Ahora falta que Génova encuentre a una Camacho que intente derrotarlo.