La legislatura catalana

Auge y caída de Laura Borràs: ¿y ahora qué?

La capacidad de influir ahora como líder de Junts marcará su futuro político a la espera del juicio

NÚRIA ORRIOLS GUIU
y NÚRIA ORRIOLS GUIU

BarcelonaLaura Borràs era una desconocida para el gran público hasta el año 2017. Su salto a primera línea se produjo en un contexto muy excepcional: las elecciones convocadas por el 155, en la lista de Junts per Catalunya impulsada por el expresidente Carles Puigdemont y con el referéndum del 1-O todavía muy reciente. Este fue el punto de partida de un ascenso político meteórico hasta convertirse en presidenciable de Junts en la Generalitat en las elecciones del 14 de febrero de 2021.

Desde el inicio la ha acompañado siempre la popularidad –arrasó en las primarias para ser jefa de lista–, pero en los últimos meses su aureola se ha ido apagando tanto dentro del partido –fue elegida presidenta en el congreso, pero sacó menos votos que el secretario general, Jordi Turull, y la alcaldesa Anna Erra– como con el resto de los partidos independentistas con quienes se ha enfrentado a lo largo del mandato. El colofón ha sido la suspensión esta semana de diputada y presidenta del Parlament con los votos de ERC, el PSC y la CUP por presunta corrupción a raíz de la causa de la Institución de las Letras Catalanas (ILC), y una reacción popular de unas 300 personas en el Parc de la Ciutadella.

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Laura Borràs el 28 de julio de 2022 ya no tiene los mismos apoyos internos en Junts que cuando fue escogida presidenciable ni tampoco las mismas relaciones con Esquerra y la CUP, a quien ha acusado de ser “cómplices” de la “guerra sucia” del Estado para aplicarle el artículo 25.4 del reglamento de la cámara, que prevé suspender los diputados a los cuales se abre juicio oral por corrupción.

En este contexto, y a la espera del juicio por la causa de la ILC, Borràs se juega su futuro político: la capacidad que tenga ahora, primero, de marcar la agenda dentro de su partido y, después, del Govern –por ejemplo, haciendo cambios en las filas de Junts o rompiendo directamente la coalición– determinará si la suspensión de esta semana es la caída definitiva de Laura Borràs o solo una sacudida circunstancial en su carrera. Para ella, está claro que no abandonará: “Dimitir es un gesto voluntario y yo no dimito. Hoy se me ha suspendido, contra mi voluntad [...]. No renuncio, no me doblego, no me han vencido”, aseguraba el jueves en un aviso para navegantes.

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Movilización dentro del partido

En las últimas horas los sectores más cercanos a Borràs ya se han activado para reclamar decisiones drásticas en la ejecutiva de Junts. Las corrientes ideológicas más afines a la presidenta del partido –el de izquierdas y el socialdemócrata, presididos por personas de su confianza– han pedido a la dirección que se haga una consulta a la militancia sobre la continuidad en el Govern, como también lo han hecho varias territoriales: como la del Penedès, la del distrito de las Corts en Barcelona o la ejecutiva del Tarragonès, entre otros. Consideran que Junts no puede seguir junto a ERC como si nada después de que haya suspendido temporalmente a Borràs, la presidenta del partido.

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Ahora bien, el sector más institucional de Junts, que apoya al secretario general, Jordi Turull, no quiere escuchar hablar de nada de esto. Cree que el caso de Borràs no puede condicionar la continuidad dentro del ejecutivo y quiere garantizar la estabilidad de la legislatura aunque sea sin la líder de su formación. A diferencia de otros dirigentes de peso que el martes en la reunión de la dirección pidieron a Borràs que se apartara para proteger al Govern y evitar la fractura dentro del independentismo, Turull no lo hizo, pero sí que dejó claro que la suspensión de Borràs no podía afectar al ejecutivo.

En la dirección de Junts, pues, parecen mayoría por ahora los que se inclinan para mantener la coalición. Ahora bien, ¿será suficiente esto para parar a los afines a la presidenta? Desde el mismo sector institucional de Junts temen lo que pueda hacer Borràs ahora desde la presidencia del partido –ahora se abocará al máximo– para desmarcarse de Esquerra. Uno de los escenarios sobre la mesa es que la líder de Junts intente forzar nuevas elecciones en el Parlament. Sería su última oportunidad para volverse a presentar antes del juicio por la ILC, en el que se juega penas de prisión e inhabilitación. En cualquier caso, es un horizonte difícil: el botón rojo para convocar los comicios lo tiene el president, Pere Aragonès, y difícilmente lo pulsaría aunque Junts saliera del Govern (podría optar por un ejecutivo solo de ERC y geometría variable en el Parlament). En este contexto es clave lo que pase en las próximas semanas de agosto y septiembre: qué sector de Junts se impone después de que en el último congreso salieran reforzados los turullistas.

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La gestión en el Parlament

¿Qué ha pasado en este tiempo para que Borràs haya perdido fuerza? Ser elegida presidenta del Parlament ha sido el punto de inflexión en su carrera. Fue porque no comulgaba con el pacto de gobierno –renunció a ser vicepresidenta de Aragonés–, pero también empujada por el entonces secretario general, Jordi Sànchez, que quería mantener el ejecutivo aislado de los posicionamientos más radicales de Junts. En este año Borràs ha tenido la máxima proyección como segunda autoridad del país, pero a la vez ha estado continuamente en el ojo del huracán. Se construyó una imagen a la antítesis de Roger Torrent –el mandato del cual estuvo marcado por la retirada del escaño del presidente, Quim Torra–, pero cuando se encontró con el caso de Pau Juvillà (CUP) también le retiró el acta por orden de la Junta Electoral. El episodio no solo laminó la credibilidad de Junts –así se lo recriminaron desde dentro del partido–, sino que supuso una ruptura con la CUP y ERC, a quien Borràs responsabilizó de la no desobediencia.

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También se ha ido distanciando de parte del grupo parlamentario de Junts y ha creado un núcleo reducido y fiel –Francesc de Dalmases, Aurora Madaula y Jaume Alonso-Cuevillas– que no siempre ha contado con el resto a la hora de posicionarse (en Twitter sobre todo). Esto y ciertas maneras de hacer han generado malestar: el silencio de buena parte de los diputados a la hora de defender a Dalmases en el incidente de FAQS ha sido sintomático. En función de si consigue o no marcar la agenda, Borràs puede convertir la caída de esta semana en solo un paréntesis de su carrera o en el principio de su fin como dirigente de primera línea.