LA SEMANA DE... PASOS PERDIDOS

Las comparaciones de Catalunya con Ucrania que avergüenzan a la ciudadanía

ALEIX MOLDES
y ALEIX MOLDES

Una guerra provocada por la invasión de una potencia nuclear a un país soberano. Todo lo que no se ajuste a este contexto tendría que hacer contar hasta diez a cualquier persona antes de hacer pública una comparación. Algunos lo deben de haber hecho estos días renunciando a comentarios que dentro de su cabeza parecían ingeniosos. Reflexionaremos brevemente sobre los otros.

No, Ucrania no es Catalunya y España no es Rusia a pesar de que haya quien vea un paralelismo directo estos días. “Con violencia no arreglarán nada en Ucrania como no arreglaron nada el 1 de Octubre en nuestra tierra”. La frase, del diputado de JxCat Joaquim Calatayud se escuchó la semana pasada en el Parlament. “¿Cuál es el problema de la mesa de negociación: que los ucranianos no se quieren sentar o que hay una agresión exterior por parte de un estado que quiere imponerse y que está condicionado por sus tentaciones autoritarias internas? Pues en nuestro caso, tres cuartos del mismo”, decía Oriol Junqueras (ERC) ahora hace unos días. “Las leyes que aprobaron con el señor Puigdemont, cuando hicieron la locura que hicieron, habrían gustado mucho a Putin”, le contestaba Carlos Carrizosa (Cs). Y, por si no hubiera bastante, el expresident de la Generalitat Carles Puigdemont interpretó que el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se refería a él cuando, sin que nadie se lo pidiera, alababa al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, por no haber huido “escondido en un coche”.

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La tentación de explicar la compleja realidad internacional basándose en las pulsiones locales se acerca más a la desinformación que no al tratamiento esmerado del conflicto. España, por cierto, enviará armas a los ucranianos a pesar de que no se implicará directamente en la guerra, como sí que hizo por ejemplo en 2003 en Irak. José María Aznar era el presidente y el principal promotor y estos días también ha querido contribuir con su granito de arena a los comentarios que avergüenzan a la ciudadanía. Primero fue con uno irónico (“La situación de Ucrania es mejor que la del PP, porque allí no hay armamento nuclear”) y después con uno presuntamente pragmático: “Épocas de grandes crisis, aunque sean crueles y terribles, también lo son de grandes oportunidades”, opinaba el viernes defendiendo el incremento del gasto militar español para ganar peso en la orden mundial.

Decía Gramsci que vivir quiere decir tomar partido. Siguiéndole el argumento, gobernar quiere decir tomar decisiones que inevitablemente gustarán a unos y molestarán a otros. El envío de armas a la guerra es una de esas, que ha provocado diferencias entre los socios del Gobierno español -y contradicciones dentro de Podemos-. Pero también ha incomodado a la Generalitat. Especialmente a ERC, que se ha mostrado ambigua en todo momento, con mensajes en una línea desde Madrid y en otra desde Barcelona. El president, Pere Aragonès, no ha ido más allá de “Ucrania tiene derecho a defenderse” y “el refuerzo de sus capacidades militares es relevante”.

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LOS DETALLES

1.
Pancartas y sopas en solidaridad con Ucrania

Más allá de las sanciones a Rusia, en todo el mundo se multiplican los mensajes simbólicos de apoyo a la población ucraniana. En el balcón del Palau de la Generalitat, por ejemplo, cuelga desde hace unos días una pancarta solidaria con Ucrania -que no parece que tenga que ser tan polémica como otras- y en el restaurante del Congreso se ha servido esta semana 'borsx', una especie de sopa con remolacha típica de Ucrania.

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2.
La revolución sexual de Feijóo

Tú que decidiste que tú vida no valía, que te inclinaste por sentirte siempre mal, que anticipabas un futuro catastrófico, hoy pronosticas la revolución sexual ”.Es el retorno de la popular canción de La Casa Azul y la sintonía de espera del acto del miércoles en la que Alberto Núñez Feijóo hizo público que opta a presidir el PP. Per cierto, también es una de las últimas canciones que el Polonia versionó para su Pablo Casado.