El error machista de Sumar: minimizar una mano en el culo
BarcelonaSi admitimos que ninguna organización humana está libre de reproducir comportamientos machistas y de violencia sexual en su interior, lo que marca la diferencia entre unas y otras son los mecanismos de detección y protección de las víctimas. El caso Errejón no es solo grave debido a que un eminente político de la izquierda alternativa fuera un agresor, sino porque la propia organización, Más Madrid y, en cierto modo, Sumar, cometió el típico fallo machista.
¿Y cuál es este error machista de manual? Pues menospreciar o directamente ignorar el testimonio de una chica que denunció que Errejón le había tocado el culo en un festival en Castellón en el verano del 2023, considerar este hecho como una anécdota o, directamente, como un hecho que por sí solo no era suficiente para tomar ninguna decisión contra Errejón. Por el contrario, lo nombraron portavoz del grupo parlamentario, prueba de que no se le dio ninguna importancia. Este es el error machista por excelencia: quitar hierro al asunto, justificarlo por el ambiente festivo en el que se produjo la agresión o incluso desviar la culpa hacia la víctima. Estos días vemos que este es el comportamiento típico de la derecha, que ha llenado las redes de ataques a Elisa Mouliaá.
Aquí sería interesante preguntar a los diferentes partidos qué protocolo tienen para cuando se produce un hecho como el de Castellón, que desde la entrada en vigor de la ley del solo sí es sí se considera una agresión sexual, pues la categoría de abuso ha desaparecido. Por coherencia ideológica, en una formación de izquierdas y feminista como Más Madrid debería ser motivo suficiente para poner fin a una carrera política. Al parecer, no llegó ni a interrogarse.
Cómplices de Errejón
Ahora mismo, todo el mundo que tuvo conocimiento de aquellos hechos es cómplice de las agresiones posteriores de Errejón, porque no hicieron nada para evitarlas. Y parece que fueron más personas, además de su jefa de gabinete, Loreto Arenillas. Alguien puede pensar que es injusto tener que dimitir por algo que ha hecho otro, pero en política esto funciona así. Asumir la responsabilidad política, como ha dicho Ernest Urtasun hoy, no puede consistir en hacer unos cursillos. Y si no que se lo pregunten a Alfred Bosch.
Hay que decir que tanto Pablo Iglesias como Errejón definieron un estilo de hacer política populista y testosterónico que incluso incomodaba a Ada Colau. “Hay un cierto estilo de Pablo [Iglesias] y del núcleo impulsor de Podemos con el que no conectamos”, le dijo al periodista Joan Serra en el libro Ada, la rebel·lió democràtica, de 2016. Colau se refería a valores típicamente masculinos como la agresividad y la prepotencia con la que operaban en un paradigma de guerra total contra la derecha. En su lamentable carta, Errejón viene a decir que no hay otra forma de hacer política “eficaz” y que eso es lo que lo ha convertido en un monstruo. Sumar, y todo el resto de partidos, deben demostrar que existe una forma de hacer política, y de mandar en general, no machista, no agresiva y no violenta.
En plena tormenta por el caso Errejón, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, denunció en X que no se había convocado ninguna manifestación feminista de repulsa. Rápidamente algunos tuiteros le recordaron que el consistorio, con mayoría de PP y Vox, mantiene la consideración de hijo predilecto a Plácido Domingo, que ha sido acusado de múltiples agresiones sexuales pero no tiene condena alguna, al igual que Errejón.
La caída de Errejón incluso se ha colado esta semana en la guerra entre junqueristas y roviristas cara al congreso de ERC del 30 de noviembre. El ex conseller Josep Huguet, muy activo en las redes contra Junqueras, aprovechó una parte de la carta de Errejón en la que exponía los motivos para marcharse para tuitear que “las prórrogas no son buenas ni para la persona, ni para el partido o entidad que representan”.