Esther Giménez-Salinas: una penalista guiada por el “factor humano”

En sustitución de Rafael Ribó, se convertirá en la primera Síndica y también la primera que no viene del mundo de la política

Barcelona"La pretendida obediencia ciega a los partidos políticos que proponen a un candidato tendría que olvidarse en el momento de la toma de posesión”. Las palabras de Esther Giménez-Salinas (Barcelona, 1949) en un artículo al ARA a raíz de la elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional sirven ahora de carta de presentación como nueva Síndica de Greuges. Doctora en derecho penal, experta en criminología y rectora de la Universitat Ramon Llull entre el 2002 y el 2012, llega al cargo como figura de consenso entre el Govern y el PSC.

Esta, sin embargo, no es la primera responsabilidad que asume por designación política. Durante los gobiernos de Jordi Pujol dirigió el Centro de Estudios Jurídicos de la Generalitat (1983-1993) y las relaciones institucionales de Justicia entre el 1995 y el 1996, el año en el que entró en el Consejo General del Poder Judicial a propuesta de CiU y el PP. En esa etapa coincidiría con Enrique Arnaldo, el nuevo juez del TC criticado por sus vínculos con los populares. Una adscripción política que quedaba entonces en segundo término para Giménez-Salinas. “El factor humano siempre estuvo presente, una cosa para mí imprescindible”, admitía en el artículo.

Cargando
No hay anuncios

Partidaria de la justicia restaurativa y el diálogo

Esta posición casa con su perfil social y su fijación por la justicia social y restaurativa, título de la cátedra que dirige en la Facultad Pere Tarrés - URL. Su apuesta por las vías de reparación sin tener que recurrir a la prisión la ha llevado en los últimos años –durante los cuales también ha pasado por el consejo de administración del Banco Santander y el consejo asesor de Endesa en Catalunya– a defender el diálogo en relación al Procés: en 2017 se oponía tanto a la DUI como al 155, ha criticado la judicialización y ha aplaudido los indultos. “El abrazo de Jordi Cuixart con Miquel Iceta también fue restaurativo”, añadía a este diario. Independentistas y socialistas también se abrazan ahora con la confianza de que, más allá de sus convicciones, su actuación estará guiada por el factor humano