Por qué Felipe González ya no es del PSOE

BarcelonaAntes de que se hiciera pública la sentencia, Felipe González ya se ha encargado de calificarla de "basura", "corrupción política" y "barrabassada". Y con toda solemnidad ha anunciado que no votará al PSOE si Pedro Sánchez es el candidato ni mientras esté liderado por alguien que haya participado en la amnistía. Éste es el último episodio de un distanciamiento que ya viene de lejos, que comienza, de hecho, en la época de Zapatero. Su drama es que tampoco puede arrimarse al PP, el partido al que hoy sin duda es más cercano, sin perder ya el poco crédito que mantiene y traicionar su biografía.

González, como Alfonso Guerra y otros, representan a un PSOE que hoy es francamente minoritario. Es un PSOE jacobino y nacionalista español, sin duda alguna, y que coincide con el PP en un aspecto central: la Constitución de 1978 no es perfectible y la Transición es intocable. Pero los socialistas hace tiempo que empezaron a cuestionar la Transición. Lo primero que lo hizo abiertamente fue José Luis Rodríguez Zapatero, quien recordemos que ganó la secretaría general del partido por un puñado de votos ante el candidato felipista, que era José Bono.

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González siempre fue crítico con Zapatero y especialmente con su ley de memoria histórica, que cuestionaba el relato de que la Transición había comportado la reconciliación total entre los dos bandos de la Guerra Civil. Zapatero siempre ha explicado que el motivo por el que entró en política es el legado de su abuelo, Juan Rodríguez, un capitán del ejército republicano fusilado por los franquistas en 1936. La idea de que había que abrir las fosas comunes de la guerra e identificar a los cuerpos (la gran mayoría víctimas republicanas no exhumadas) se consideró como la de como la de como la de González como la de de la Transición y la amnesia que había comportado.

La retórica republicana de Zapatero enfurecía a González, que en el 2012 apoyó a Alfredo Pérez Rubalcaba frente a la catalana Carme Chacón (a la que veía demasiado federalista), y en el 2014 no se mojó públicamente entre Eduardo Madina, que siempre era el modesto, y Pedro Sánchez, que era el candidato auspiciado por los barones para guardarle la silla a Susana Díaz, que entonces acababa de llegar a la Junta de Andalucía. Luego confesaría que había votado al primero. Evidentemente, González fue tras la operación para defenestrar a Sánchez en el 2017, cuando éste se negó a investir a Mariano Rajoy y abrió la puerta a pactar con Podemos. Entonces le acusó de mentiroso y apoyó a Díaz, pero perdió por goleada. Fue la primera vez que la militancia le dio la espalda de forma importante. Sin embargo, en el 2021 todavía se tomó una fotografía con Sánchez en el congreso del partido para dar una imagen de unidad. Pero con la amnistía, anunciada en el 2023, la ruptura ya es total.

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Y precisamente González sueña ahora con un PSOE liderado por Madina, que apueste por grandes acuerdos con el PP y rompa con la izquierda y los nacionalistas. Pero ese PSOE antisanchista no volverá. Los militantes ven a Felipe como un traidor, como alguien que vive como un potentado y ya no los representa. Y él quizás todavía no lo sabe, pero ya no es del PSOE.