Entidades

¿Cómo ha funcionado hasta ahora el gobierno en el exilio de Carles Puigdemont?

ERC, la CUP y Òmnium se acabaron desvinculando del Consejo de la República y las polémicas internas han sumido a la organización en una profunda crisis

BarcelonaEl 30 de octubre de 2018, el Consejo de la República se presentaba en el Palau de la Generalitat en un acto solemne repleto de parlamentarios de JxCat y ERC, altos cargos y el ejecutivo en pleno. Un mes y medio más tarde lo hacía en Bélgica con la misma solemnidad y con un abrazo entre el presidente Quim Torra y el vicepresidente Pere Aragonès que simbolizaba la unidad entre las dos grandes fuerzas independentistas, que estuvieron peleando durante meses para definir cuáles deberían ser las atribuciones del organismo. El Consejo acabó siendo uno de los principales acuerdos de investidura entre junteros y republicanos y debía servir para internacionalizar el conflicto y tejer la estrategia a seguir lejos de las instituciones. Sin Puigdemont, que plegó hace unos meses, será Jordi Domingo el encargado de tomarle el relevo a la presidencia: se ha impuesto con contundencia al resto de rivales, entre ellos Toni Comín, que ha sido tercero en las votaciones.

Ocho años después del nacimiento del Consell, el balance no es lo que Carles Puigdemont, su presidente desde entonces y hasta hace unos meses, había visualizado. El Consejo, que encarnaba la legitimidad del gobierno del 1-O, no se ha convertido en el ejecutivo ni en el Parlamento en el exilio y es el paradigma de la división del independentismo, con riñas y acusaciones internas incluidas. Las desavenencias no tardaron en aflorar. La CUP, ya de entrada, se desvinculó porque consideraba que era "una institución simbólica". Poble Lliure, una de las facciones de la CUP, sí se acabaría implicando, pero acabaría saliendo por "la falta de transversalidad".

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ERC, que llegó arrastrando los pies, nunca se implicó a fondo porque le veía como un satélite de Junts y un altavoz de la estrategia de Puigdemont, que buscaba erosionar la negociación con el PSOE, que entonces sólo practicaban los republicanos. "Al principio queríamos estar en todas partes pero no íbamos entusiasmados, y enseguida fue captado por el espacio convergente", denuncia Isaac Peraire, miembro de la dirección de ERC y representando al Consell en los primeros años de vida junto a Rut Ribas. Cuando la diputada salió para entrar en la mesa del Parlament ya no se la sustituyó, lo que ponía de relieve el desinterés de los republicanos. Desde Junts rebatan los argumentos de los republicanos señalando que si el objetivo inicial no se ha cumplido ha sido precisamente porque Esquerra nunca quiso implicarse.

La ruptura llega dos años después de su fundación, a finales del 2020. Peraire reclama "preservar" al Consell ante las elecciones del 14-F del año siguiente y que se detenga su actividad hasta pasados ​​los comicios, pero el gobierno de la entidad lo rechaza. Los republicanos ya no asistirían al acto fundacional de la asamblea de representantes del Consell en la Generalitat argumentando que la entidad ni internacionalizaba ni unía el movimiento y Peraire dejaría de asistir a las reuniones. ERC no estaría, pero sí la treintena de diputados de Junts, los cinco del PDECat –integrados en el grupo de JxCat– y los tres de Demòcrates –cada vez más cerca del partido de Puigdemont–. Unos y otros formarían, desde el primer momento, parte de los órganos de la entidad.

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La victoria de los republicanos ante los posconvergentes en aquellas elecciones del 2021 fue la estocada definitiva. El nuevo presidente, Pere Aragonès, no quería una institución que le tutelara desde el exilio como "gobierno legítimo" apartado por el 155, y el pacto de investidura incluía una remodelación del proyecto que nunca llegó a consumarse.

El estado mayor de 2017 que no fue

"Inicialmente, parecía que la voluntad era reproducir el estado mayor previo al 2017, con todos los partidos y entidades, como quería el ANC, pero el hecho de que ni ERC ni la CUP ni Òmnium apostaran fuerte lo impidió", lamenta Elisenda Paluzie, expresidenta de la Asamblea y miembro del Consell durante el Consejo. "El hecho de que la estructura del Consell hubiera ido creciendo en paralelo a la creación de los consejos locales y de la asamblea de representantes elegida por los registrados también lo complicó más", añade. "¿Si iba a ser el gobierno en el exilio, por qué debían hacerse consejo locales?", se pregunta Peraire.

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Pero sin el concurso de ambos partidos independentistas, los problemas internos también empezaron a minar la entidad, con divergencias entre el gobierno del Consell, liderado por Puigdemont, y la asamblea de representantes. La más relevante, la aprobación de una resolución de la asamblea para "bloquear" las negociaciones con el PSOE que lideraba el propio Puigdemont en nombre de Junts mientras todavía era presidente del Consell. La disputa terminaría con una remodelación de la Asamblea, que le acabaría restando poder. "Más allá de la vinculación directa con el exilio y la apelación retórica a la declaración de independencia, la concreción en un modelo de organización operativo y las funciones que debía cumplir han fallado desde el principio", concluye la expresidenta de la ANC.