Iglesias: un vicepresidente en polémica constante

El líder de Podemos ha marcado más perfil ideológico que de gestión

Barcelona“Si hubiera aceptado las exigencias de Pablo Iglesias, hoy sería presidente del gobierno. Pero sería un presidente que no dormiría, como el 95% de los españoles, incluidos votantes de Unidas Podem”. Era el 19 de septiembre del 2019 y Pedro Sánchez definía como su peor pesadilla a Pablo Iglesias. Tres meses después y una repetición electoral por el medio, el propio líder de Podemos se convertiría nada más y nada menos que en uno de los vicepresidentes del ejecutivo que todavía preside el líder socialista. Sin llegar al ecuador de la legislatura y después de meses de turbulencias, Pablo Iglesias abandonará en las próximas semanas el primer gobierno de coalición de la historia de España. Y lo hará habiendo dejado una impronta más política que de gestión.

De su vicepresidencia de derechos sociales y agenda 2030 ha salido la llamada ley Rhodes de protección de la infancia y la adolescencia, que la semana pasada se votó en ponencia en el Congreso de Diputados, el paso previo al debate en el pleno. Es una de las primeras normativas que prometió Iglesias cuando asumió esta vicepresidencia y es muy probable que sea de las únicas medallas que se pueda colgar antes de abandonar el ejecutivo, además de su insistencia en medidas como la parada de los desahucios.

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En esta ley PSOE y Unidas Podemos han ido a una, pero esta no ha sido la tónica de la legislatura. Y no hay que ir a buscar muy lejos. Desde hace unos meses los dos socios de gobierno tienen un tira y afloja por la ley de la vivienda. De hecho, Iglesias ha convertido esta normativa en uno de sus principales caballos de batalla contra su socio de gobierno. La regulación de los precios del alquiler ha sido y es todavía una de las guerras que se están librando entre el PSOE y Unidas Podemos. "Es un error tensionar al gobierno planteando que se puede incumplir un acuerdo o que se puede traicionar la palabra dada. Nosotros seremos leales al gobierno de coalición", decía hace un mes Iglesias después de que el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, rechazara regular el precio de los alquileres como habían pactado los dos partidos. A estas alturas la cuestión todavía no está resuelta y Unidas Podemos ha hecho frente común con partidos y entidades desmarcándose de su socio de gobierno. Como también lo ha hecho con la ley trans de la ministra Irene Montero: Podemos amenaza con entrar en el Congreso la normativa junto a los partidos independentistas y de Más País si el PSOE no acepta el redactado actual.

Los choques por la monarquía o la democracia española

Iglesias ha marcado perfil ideológico durante toda la legislatura, a diferencia de ministras como la que lo sucederá, Yolanda Díaz, que ha destacado por su perfil gestor. Este talante más político lo ha llevado a choques constantes con los socialistas. Si al inicio del mandato todos los ministros de Podemos acabaron aplaudiendo al actual rey Felipe VI en el acto solemne de apertura de las Cortes para intentar mostrar una imagen de unidad con los miembros socialistas del ejecutivo, un año después la imagen ha sido totalmente la contraria: el partido morado ha votado a favor de las varias comisiones de investigación sobre la monarquía –a raíz de los presuntos casos de corrupción del rey emérito– que ha impulsado en el Congreso junto a los partidos independentistas, mientras que el PSOE las ha rechazado.

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Las discrepancias en cuestiones como la monarquía y también el conflicto catalán han sido evidentes e incluso los dos socios de gobierno las habían normalizado, pero lo cierto es que las palabras de Iglesias en una entrevista al ARA en plena campaña electoral por el 14-F trajeron cola dentro del gobierno español. El líder de Podemos aseguró que en España no "había una situación de plena normalidad democrática". Ahora el reto que encara Iglesias es hacer sombra también a los socialistas, pero ya desde fuera del ejecutivo. En las elecciones madrileñas del 4 de mayo confía en convertirse en la alternativa a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.