La imagen que casi frustra la escapada de Puigdemont
El error de Turull a la hora de subir al coche con el que se fueron permitió que se le fotografiara
BarcelonaHace un año el plan para llevar y devolver a Carles Puigdemont fue todo un éxito. Los Mossos, que no preveían que el expresidente no se presentara en el Parlament por la investidura de Salvador Illa tras el discurso en Arc de Triomf, no pudieron detenerle. Pero una imagen estuvo a punto de derrumbar la huida del líder de Junts ese caluroso 8 de agosto. Fue la que hizo Maria, que prefiere mantenerse en el anonimato, consciente de que la fotografía que tomó con su móvil podía haber frustrado un plan que se diseñó con mucho cuidado para evitar que fuera arrestado.
En la imagen, que publicó en primicia el ARA el mismo día de la investidura y que otros medios utilizaron posteriormente, se veía al secretario general de Junts, Jordi Turull, entrando en un coche blanco que estaba estacionado en el aparcamiento del Arc de Triomf desde el día anterior. Pocos segundos antes lo había hecho Puigdemont, pero Maria no pudo verlo. "Turull iba con una gorra y me lo quedé mirando porque iba de incógnito y me sorprendió. Fue todo muy rápido y se hizo un silencio, lo que me hizo pensar que allí estaba ocurriendo algo", dice en conversación con este diario. Justo antes, nada más terminar su discurso, los organizadores del acto pidieron por megafonía que se abriera un pasillo para acompañar en comitiva al expresidente hacia la cámara catalana en una maniobra de distracción que se tragó tanto la policía catalana como los periodistas presentes y los manifestantes.
El periodista Josep Casulleras, autor del libro Tres días de agosto (Vilaweb) que relata cómo se gestó el regreso y la salida de Puigdemont, revela que aquella imagen podía haberlo cambiado todo: "Fue un error que Turull fuera fotografiado porque el plan trazado era que nadie retratara ese momento y se puso en riesgo todo el operativo". ¿Qué falló entonces? El expresidente sabía que debía subir por la puerta trasera de la conductora y que las manijas de las puertas traseras están integradas en las ventanas, pero Turull no lo sabía porque él, en principio, no tenía que acceder y luego el equipo de seguridad no le transmitió cómo debía o simplemente no se acordó con los nervios. "Se debatió mucho sobre la conveniencia de que Turull entrara en el coche porque multiplicaba por dos las opciones de ser vistos, como acabó ocurriendo, pero Puigdemont quería tener a una persona a su lado que fuera abogado en caso de ser detenido", explica Casulleras. Y el elegido fue Turull porque el letrado de Puigdemont, Gonzalo Boye, no estaba en el núcleo duro que formó parte de la operación, ideada por Toni Castellà y Teresa Vallverdú, tal y como explicó el AHORA. "Y eso fue bien porque Boye arrastró a periodistas y policías cuando Puigdemont se hizo derrumbado", añade el periodista.
El caso es que el secretario general de Junts dio la vuelta al coche e intentó entrar por la puerta trasera del copiloto. No encontró la manija y, nervioso, abrió la puerta de enfrente, pero se encontró la silla de ruedas de la conductora y se quedó detenido sin saber qué hacer hasta que el equipo de seguridad le dijo cómo entrar. "Son pocos segundos, poquísimos, pero tiempo suficiente para que alguien le fotografíe unos metros más allá", resume Casulleras en su libro en referencia a la fotografía que hizo Maria. "Turull tenía que entrar por la misma puerta que Puigdemont, que le había hecho sitio, pero al hacerse un lío con la manivela perdió unos segundos que fueron clave para ser visto", relata Casulleras.
Máxima celeridad
Y es que todo se había planeado para que la salida se hiciera con la máxima celeridad y minimizando riesgos. El expresidente no se puso ningún gorro ni sombrero de paja como llegó a decirse. De hecho, no se quitó la americana durante todos los días que estuvo en Barcelona (solo para dormir el día antes de la investidura) porque si era detenido quería hacerlo con el respeto que merece la institución que presidió. Pero sí salió de la carpa recorriendo los escasos metros que le separaban del coche secándose con un pañuelo el sudor que le chorreaba por la cara y con las gafas en la otra mano en un gesto que podría ser intencionado para pasar inadvertido. La Honda HRV con la que escaparon tampoco se eligió al babalá. "No fue casualidad que fuera blanco porque es el color mayoritario de los vehículos en estos momentos", subraya Casulleras.
Un año después, Maria se alegra de que la imagen no se difundiera al momento: "Suerte que no circuló deprisa porque no quería que Puigdemont fuera detenido". Pese a no haber votado nunca a Junts, esta vallesana de mediana edad deja claro que acudió al acto porque el ahora líder de Junts es "el presidente del 1-O" y su regreso era "el cordón umbilical que enlazaba con el referéndum". En este sentido, asegura que cuando vio llegar a Puigdemont por la calle Trafalgar revivió la llegada de las urnas al colegio donde votó. Pese a la controversia, ella avala que el expresidente se fuga. "Hizo a un Lupin dejando en evidencia una vez más al Estado", dice en alusión al famoso ladrón de guante blanco de ficción francés. Su imagen certifica un instante de esa hazaña.