Juan Carlos I: un rey herido y resentido
El emérito se autorretrata en sus memorias como alguien obsesionado con el dinero y adicto al lujo
BarcelonaLa publicación de Reconciliación (Planeta), las memorias de Juan Carlos I, ha provocado malestar en la Zarzuela no sólo por las opiniones polémicas que expresa (por ejemplo sus elogios a Franco) sino porque expone sin tapujos su resentimiento hacia quienes le hicieron marchar de España, así como su gusto por el lujo y el dinero.
Un castigo injusto
"Soy el único español que no cobra pensión después de casi 40 años de servicio"
El motivo detrás de escribir sus memorias es que Juan Carlos I se siente injustamente tratado. "He pasado de ser un rey en su Palau a un paria en la otra punta del mundo", anota sobre su exilio en los Emiratos Árabes Unidos. "Me hiere un sentimiento de abandono", añade. Este resentimiento es especialmente agudo en lo que respecta a la cuestión económica: "Soy el único español que no cobra pensión después de casi 40 años de servicio y al que se le impide, en vida, dejar un legado a su hijo y descendientes", se queja. ¿Es esto jurídicamente válido?", se cuestiona.
La tesis central del libro es que todas estas represalias contra él han sido un error. "Atacándome, no es a mi persona a quien se golpea [...] sino a la institución de la Corona. Denigrándola, se perjudica al Estado, la unidad del país y sus fundamentos democráticos. El gobierno actual parece alegrarse", acaba lacónico.
Un regalo de 100 millones
"Desde hace miles de años, los reyes se hacen regalos como gesto de amistad, alianza y ayuda mutua"
"Admito que 100 millones de dólares es una suma considerable. Es un regalo que no podía rechazar. Un grave error. Me habría permitido atender las necesidades de mi esposa, Sofía; de mis dos hijas, Elena y Cristina, y de sus seis hijos, recientemente excluidos de la Familia Real, y no tener que preocuparme por la mía de la mía". Con estas palabras la exmonarca oscila entre la autocrítica y la justificación de por qué aceptó ese regalo del difunto rey saudí Abdalá, que él presenta como un "acto de prodigalidad" y no como una comisión por el AVE en La Meca.
"Desde hace miles de años los reyes se hacen regalos como gesto de amistad, de ayuda mutua y de lealtad. Es parte de una forma de diplomacia, tanto como los matrimonios", se justifica. Por tanto, de pedir perdón, nada de nada. Es más, explica que en el 2011 el jeque Mohamed bin Zayed de los EAU les regaló dos Ferraris a él ya su hijo, pero que Patrimonio Nacional los vendió, algo que el heredero de los Emiratos consideró una ofensa. En otro pasaje del libro, además, admite que le fascinan los coches de gran cilindrada y recuerda a Bentley de su padre.
La obsesión por el dinero
"Me educé en un mundo donde el dinero fluía de una manera más sencilla"
A lo largo del libro se ve muy claro que Juan Carlos I no acaba de entender por qué debe dar tantas explicaciones por su dinero. "Me educé en un mundo donde el dinero fluía de una manera más sencilla, donde las donaciones y los regalos para mantener a nuestra familia eran lo habitual", explica. "Hoy en día tenemos que justificarlo todo, no es el mundo en el que crecí", se queja. Y apunta directamente a Hacienda, a quien acusa de someterle a una "insaciable búsqueda de cualquier motivo para incriminarle". A él e incluso a los amigos que le dejaron el dinero para regularizar su situación con el fisco. Y claro, recuerda con nostalgia la época en la que los medios de todo esto no hablaban de ello: "En aquella época, tanto en los medios de comunicación como en la sociedad se imponía un cierto humor y un distanciamiento alegre y despreocupado respecto a mi persona", afirma.
Juan Carlos lamenta que la Familia Real española sea la única sin patrimonio y que el presupuesto que se le dedica es bajo en comparación con otros países ("¿Cómo debía mantener a mi familia sin bienes ni casa?", se pregunta). Y todo ello por un trabajo de 24 horas al día que le lleva a escribir: "Devolví la libertad al pueblo español, pero yo nunca pude disfrutarla".
La vida en Abu Dhabi
"Por primera vez en mi vida tenía un hogar y podía decidir cómo colocar los muebles"
Juan Carlos I explica que acudió a Abu Dhabi acompañado sólo de su "leal mayordomo" y un equipo de seguridad. "Me alegré mucho cuando [el jeque Mohamed bin Zayed ] me encontró una residencia, siempre en la isla de Nurai, frente al mar. Por primera vez tenía un hogar. Podía decidir cómo colocar los muebles y cómo organizar las cosas. Hice de la cocina abierta el corazón de la casa, me encantó tener una habitación dedicada a una habitación dedicada the wall, para seguir los eventos deportivos y ver películas", relata.
Éste es el tipo de detalles que demuestran la inconsciencia de alguien que considera que España le debe la democracia y que sus errores no son más que pecata minuta. Alguien convencido de que nada ha hecho que no haya hecho, monarquía y lujo deben seguir el ejemplo de sus antecesores en el cargo. Por eso se pregunta si "cambiarían las cosas con otro gobierno".