La lección que Feijóo ha aprendido de Aznar

BarcelonaCuando el 23-J Alberto Núñez Feijóo salió al balcón que el PP prepara para las grandes ocasiones en la sede de la calle Génova de Madrid, buena parte de los incondicionales que se habían reunido en esa arteria de la ciudad ya lo habían ido abandonando. Pese a la pompa que le quiso dar el partido, con cañones de confeti incluidos e Isabel Díaz Ayuso manteniendo el tipo junto al líder del PP, las caras de los conservadores pagaban por sí solas. Tenían asumido que Feijóo había fracasado en el objetivo para el que lo habían entronizado hacía tan solo un año. Había ganado las elecciones, sí, pero no había obtenido la mayoría parlamentaria suficiente para gobernar: una condición imprescindible en cualquier sistema parlamentario, aunque los populares se empeñaran en imponer el relato de que el partido ganador es el que debe gobernar, como si España fuera un sistema presidencial. Tras dos años de vaivenes y de intentar capear las presiones del sector ayusista, Feijóo asegura ahora haber aprendido "la lección".

"Ahora hay dos tipos de políticos: los que ganan y gobiernan, y los que no gobiernan. En consecuencia, he tomado buena nota de esta lección", aseguró este viernes flanqueado por José María Aznar y Mariano Rajoy. Son los dos expresidentes en los que se refleja por haber conseguido el hito que al gallego, de momento, se le resiste. "No solo habrá que ganar una investidura, sino una mayoría parlamentaria que dé continuidad a la España constitucional", le advertía Aznar. El sueño de Feijóo sería volver a la etapa de las mayorías absolutas del propio Aznar y también de Rajoy, o de replicar sus cuatro mayorías absolutas en Galicia. "La aspiración de la que no desisto es volver a ser el partido de 10 millones de votantes", aseguraba este sábado Feijóo. Pero es una evidencia que el escenario actual, con un Vox al alza, lo hace más que inviable. Solo existe una variable que insufla optimismo en las filas populares y que podría ser el trampolín de Feijóo hacia la Moncloa en caso de adelanto electoral: el caso Cerdán, que acorrala al PSOE de Pedro Sánchez.

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La "centralidad política"

Los conservadores fían a este escándalo de presunta corrupción las opciones de que su líder aproveche la que será su última oportunidad para ser presidente del gobierno español. El sector ayusista del partido no le dará más crédito a un Feijóo al que ha ido marcando el paso desde que es presidente del partido. El PP confía en que el caso Cerdán hunda electoralmente a los socialistas y en que los populares puedan pescar entre los votantes desencantados del PSOE. Quizá por eso este sábado Feijóo ha asegurado que apuesta por una estrategia que se basa en la "centralidad política", por seducir a los socialistas que ya no confían en Sánchez y mirar hacia los nacionalistas catalanes y vascos. "No es indefinición", se ha querido defender de las críticas que lo acusan de indecisión. Para justificarse, especialmente ante el ala dura del partido, el líder popular ha vuelto a acudir a Aznar, a quien ha presentado como su referente ideológico. "Me afilié en el 2000 cuando escuché al presidente Aznar en el congreso de Sevilla de 1999 cuando dijo que el PP era un partido de centro reformista. Y añadió que era la casa común de la democracia cristiana, el liberalismo y el conservadurismo", ha afirmado. Pero Feijóo ha olvidado el giro que acabó dando el expresidente español con el paso de los años.

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También puede acabar siendo un sueño para Feijóo lanzarse a la "centralidad política" cuando es casi imposible que pueda prescindir de Vox si quiere gobernar, tal y como marcan las encuestas. El PP ya lo ha hecho a escala municipal y autonómica, y a Feijóo solo le quedará la opción de mirar de tú a tú a Santiago Abascal y tragarse las condiciones que les quiera imponer la extrema derecha. Un escenario por el que aboga el ala más dura del partido, para que Feijóo no tenga tentaciones de mirar al otro lado del tablero político, donde se encuentran Junts y el PNV. De hecho, no todo han sido elogios: Aznar también le ha cuestionado públicamente los últimos flirteos con los de Junts. Una lección que queda por ver si Feijóo también acaba interiorizando.