Regreso de los exiliados

De Ginebra a Vic: radiografía de los seis años de exilio de Marta Rovira

La capital de Osona, su ciudad natal, acoge una bienvenida a la secretaria general de ERC

Barcelona / VicEl 23 de marzo de 2018, Marta Rovira emprendía el camino del exilio ante la amenaza del juez Pablo Llarena de dictarle prisión incondicional por la causa del 1-O. Este camino terminó el viernes. Tras la bienvenida a Cantallops, el recibimiento en la sede de Esquerra y de haber participado en la Asamblea de Mujeres en Olesa de Montserrat, su ciudad natal, Vic, ha acogido un acto para celebrar el regreso de la secretaria general de Esquerra, organizado por el grupo de soporte Free Rovira.

Aunque no han faltado abrazos, reencuentros y lágrimas, Rovira no ha dejado la política a un lado, y ha asegurado que vuelve para trabajar. "El independentismo necesita sumar y multiplicar, y yo he venido a hacerlo", aseveró. Pese a reconocer que es "desolador" el que se ha encontrado a la vuelta, en referencia a la pérdida de la mayoría independentista en el Parlament, dice que quiere conjurarse para eliminar las "discrepancias estériles que no conducen a ninguna parte". La dirigente ha explicado que "todavía hay un pedazo de ella en Ginebra", pero que tenía ganas de abandonar las pantallas y las llamadas, que no le han permitido "mantener todas las relaciones como quisiera".

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Rovira ha estado rodeada de familia y amistades, pero también de miembros del partido, como los consejeros en funciones Anna Simó y Manel Balcells, el exconseller Juli Fernández, la diputada en el Congreso Pilar Vallugera y el exvicesecretario de Comunicación Marc Colomer , además del abogado Andreu Van der Eynde y el empresario Xavier Vendrell. Ni Oriol Junqueras ni Pere Aragonès han estado en el acto, que ha reunido a medio millar de personas en una plaza de la Catedral de la capital de Osona llena. También representantes de otros espacios políticos han hecho ninguno: la expresidenta del Parlament y exalcaldesa de Vic Anna Erra y Albert Batet, de Junts, los ex diputados de la CUP Carles Riera y Gabriela Serra y el diputado en el Congreso de EH Bildu Jon Iñarritu, además del presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich. Tampoco se lo ha perdido, desde un balcón, la dibujante Pilarín Bayés.

Seis años y diferentes causas

Rovira recordó, como hizo también hace dos años en un acto de ERC, que el viaje hacia Ginebra le hizo con una "incertidumbre brutal" y también con la "inseguridad" sobre si el camino que había decidido tomar era el correcto. Cuando pisó la ciudad suiza por primera vez era acusada de un delito de rebelión. El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena enseguida activó una orden internacional de detención, que el gobierno suizo denegó. Pero el temor a la extradición reapareció cuando detuvieron a Hervé Falciani en España. Rovira temió que España la utilizaría de intercambio e, incluso, aquellos días, en una cena en su nueva residencia en Ginebra, cuando sonó el timbre, temió que la vinieran a detener. Todo fue una falsa alarma.

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El periplo judicial de la secretaria general ha durado seis años y ha pasado por varias etapas. La causa del 1-O, a través de la cual el Supremo condenó a los líderes independentistas por sedición, le ha pesado como una losa durante casi todos estos años de exilio. De hecho, como Rovira no fue juzgada ni sentenciada, su acusación por rebelión no varió hasta el 2023. En enero de ese año fue cuando se aplicó la reforma del Código Penal que ERC -y Marta Rovira en primera persona- negoció con el PSOE para eliminar el delito de sedición y reformar el de la malversación. Pablo Llarena mantuvo su imputación por desobediencia, lo que quería decir que si volvía a Catalunya podía ser juzgada por ese delito, que no comporta cárcel. De hecho, la vicesecretaria general de derechos, libertades y lucha antirrepresiva, Marta Vilaret, estaba convencida de que sería absuelta de ese delito, como ocurrió con la exdiputada de la CUP Anna Gabriel.

¿Por qué no regresó entonces? Porque el partido sospechaba que el juez Manuel García-Castellón le había incluido en la causa de Tsunami Democrático -que llevaba cuatro años abierta y secreta- y, en este caso, los delitos superaban a los de rebelión y sedición, porque el magistrado apuntaba al terrorismo. Efectivamente, en noviembre del 2023 el magistrado de la Audiencia Nacional imputó por terrorismo a Rovira, Carles Puigdemont y varios dirigentes y activistas. Ese momento fue duro para Rovira, porque veía cómo la ventana de oportunidad que se le había abierto con la derogación del delito de sedición ahora quedaba en papel mojado.

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La frustración por la sedición

"Después de la derogación de la sedición, se planteó si se daba la posibilidad de volver", admite Vilaret, que ha formado parte del equipo jurídico que ha defendido a Rovira desde el exilio junto al abogado Iñigo Iruin , entre otros. Pero Rovira optó, de nuevo, por la prudencia. "Nunca ha querido hacer de su vuelta un hecho político", asegura Vilaret. "Fue una frustración ese momento", añade. Una frustración que Rovira y Esquerra quería resolver con la ley de amnistía. Una vez más, Rovira se arremangó para sacar adelante la norma que vio la luz tan sólo hace un mes.

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Pero la paradoja ha sido que la secretaria general de ERC ha podido regresar a Catalunya no gracias a esta ley, sino a un error procesal del juez Manuel García-Castellón. "Nos ha costado creer que finalmente Marta haya podido volver", explica Vilaret. De hecho, la propia Rovira relataba el viernes ante el consejo nacional del partido cómo se había enterado del archivo de la causa. Estaba conectada a una de las asambleas territoriales que el partido hace para hablar de las negociaciones de investidura, en este caso estaba en el Ebro, cuando la portavoz del partido, Raquel Sans, se levantó de la silla y le enseñó el móvil a través de la pantalla. Luego fue su marido, Raúl, quien llamó a la puerta de la habitación para decirle que, efectivamente, la causa de Tsunami se había archivado.

"Nos ha tocado asumirlo muy rápido, pero para volver siempre hemos estado a punto". De esta forma, después de seis años lejos de Catalunya, Marta Rovira volvió a pisar el Principado el viernes. Rovira puso en valor la acogida recibida en Ginebra y las personas que le extendieron la mano a ella ya su familia: "Suiza es un país de acogida". Pero, como ella misma dijo esta semana, junto a su marido y su hija decidirán adónde van a vivir, si vuelven a Catalunya definitivamente o si se reinstalan en Ginebra. Sin embargo, ahora sin ser forzados por ninguna causa judicial y en plena libertad.

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