La Moncloa defiende un gobierno de PSC-comunes pero cuenta en privado con que Aragonès sea presidente

Sánchez cree que hay que aislar a Vox y JxCat, que mete en el mismo saco, por alimentar "expresiones de odio y xenofobia"

MadridPedro Sánchez toma partido por primera vez después de las elecciones catalanas. Un día después de que la Moncloa sacara hierro al 51% de los votos del independentismo, el presidente español ha defendido que los resultados indican que los catalanes quieren la formación de un gobierno del PSC con los comunes. Durante la primera sesión de control en el Congreso después del 14-F, el líder socialista ha puesto a Vox y Junts per Catalunya en un mismo saco, por alimentar "expresiones de odio y xenofobia" y ha apostado para que el próximo Gobierno sea "diferente" y "progresista", "liderado por el partido socialista y los comunes". Es lo que a su parecer pide la sociedad catalana porque considera que los resultados evidencian que la única salida es "de izquierdas" y por "un reencuentro y diálogo dentro de la legalidad".

Sánchez ha respondido así a la nueva portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, Míriam Nogueras, después de la marcha de Laura Borràs al Parlament. El presidente español cree que JxCat tiene que estar en todo momento "fuera de la ecuación" por ser una "formación conservadora" que solo ha llevado al "bloqueo". Es más, ha defendido que hay que "aislar" las expresiones de xenofobia y de odio de Vox y también de destacados "miembros" de la candidatura liderada por Borràs. "Esto también se lo tienen que hacer ver", ha dicho.

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Ahora bien, la reacción de Sánchez contrasta con lo que dicen la Moncloa y el PSOE en privado. Fuentes socialistas admitían ya domingo mismo que la opción de un gobierno de izquierdas era inviable y que la única salida es que acabara gobernando el candidato de ERC, Pere Aragonès, con el apoyo del independentismo. Un gobierno entre el PSC y los comunes con el apoyo de los republicanos fue la apuesta inicial de la Moncloa, pero en la medida que avanzaba la campaña Ferraz fue asumiendo que aunque Illa ganara las elecciones acabaría en la oposición como Inés Arrimadas en 2017, con la única diferencia de intentar al menos presentarse a la investidura.

Este miércoles fuentes del gobierno español han insistido en que Illa "se presentará a las elecciones para demostrar que hay otra mayoría posible", pero han admitido que será Aragonès quien tendrá la sartén por el mango. Cuentan que "no dejará pasar la oportunidad" y que "no se repetirán las elecciones". Además, consideran que la investidura de nuevo de un gobierno independentista, pero esta vez encabezado por ERC, "no tiene que provocar problemas en la relación con Esquerra" ya que hay "muchos temas pendientes".

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JxCat asegura que el independentismo se entenderá

Nogueras le ha rebatido -mientras el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, miraba al móvil- que los independentistas se pondrán de acuerdo "por responsabilidad y por el país" y porque "el mandato está claro y rotundo": "El domingo ganó la República Catalana y lo hizo con más del 50% de los votos". Sánchez, de hecho, no ha ni mencionado el equilibrio de fuerzas y se ha aferrado a defender la clamorosa " victoria de Salvador Illa", que a su parecer todavía tiene "más méritos" después de todas las "calumnias" que recibió en la recta final de la campaña. "Es evidente que existe un conflicto entre partes de la sociedad catalana y se abre una demanda de reencuentro dentro de la legalidad democrática", ha insistido.

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Justamente al final de la sesión de control en el Congreso se debatirá una moción de ERC para defender un referéndum pactado. El PSOE ya ha avanzado que votará en contra -la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, reiteró ayer martes que es "inconstitucional"- y Unidas Podemos se abstendrá. El partido lila considera que no es "serio" llevar este tema a la cámara cuando no hay Gobierno ni se ha vuelto a convocar la mesa de diálogo.

Frialdad entre PSOE y Unidas Podemos

La apuesta de Sánchez para repetir el gobierno de coalición del Estado en Catalunya contrasta con el clima que viven las últimas semanas el PSOE y Unidas Podemos. Por primera vez ningún diputado ni ministro socialista ha aplaudido las intervenciones del vicepresidente segundo del gobierno español, Pablo Iglesias. Ya hace dos días de las elecciones catalanas pero no ha cesado el clima constante de confrontación entre las dos fuerzas. Ayer martes rompieron por primera vez la unidad de voto en la tramitación de una ley: el partido lila se abstuvo en la votación de la ley de igualdad de trato y discriminación socialista por considerar que no tiene en cuenta el acuerdo de coalición, que se tendría que impulsar de la mano de la ley trans -criticada por Calvo- y de la ley LGTBI.

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El líder de la oposición, Pablo Casado, ha metido cucharada este miércoles en la división entre socios y ha pedido de nuevo a Sánchez el cese de Iglesias. El presidente español ha defendido que ahora mismo hace falta "estabilidad" y ha pedido a Casado que adopte "el camino de la moderación que le han enseñado" las elecciones catalanas. Después de haber alabado a Vox en la última sesión de control por salvar la aprobación del decreto sobre los fondos europeos, este miércoles ha vuelto al ataque contra la extrema derecha y ha reclamado al PP "escoger el camino de la moderación". De hecho, ha instado a la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, a romper los pactos autonómicos y locales con Vox "porque la ultra derecha se los está comiendo".

Han sido múltiples las referencias desde el gobierno español a la decisión del PP de abandonar la sede de Génova 13 para huir del lastre de la corrupción y romper con el pasado. "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda", ha dicho Calvo. Iglesias ha advertido a Casado que acabará como "pagafantas de la ultraderecha ".