Pedro Sánchez y los saharauis: ¿un caso del dilema de Coventry?

BarcelonaPor poner un ejemplo del tipo de decisiones que debe tomar un estadista suele citarse el dilema de Coventry, que afecta, claro, a Winston Churchill. Aunque la historia en sí es falsa, resulta interesante contarla y ver qué relación puede tener con la política española.

La noche del 14 al 15 de noviembre de 1940, la ciudad inglesa de Coventry fue objeto de un bombardeo masivo que provocó más de 500 muertos y la dejó prácticamente en ruinas. Se cuenta que, unos días antes del bombardeo, los británicos descifraron la máquina Enigma, que era la que codificaba los mensajes del ejército nazi, y, por tanto, supieron con antelación los planes de la Luftwaffe.

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El dilema para Winston Churchill era que si evacuaba a Coventry los alemanes sabrían que habían descodificado a Enigma y, por tanto, perdería una ventaja que podía ser clave para el transcurso de la guerra. La leyenda dice que Churchill, pues, sacrificó a la población de Coventry para poder ganar la guerra. La lección es que los estadistas deben ser capaces de tomar decisiones de ese calibre y convivir con ellas.

Encuentro en Madrid

Esta historia me ha venido a la cabeza viendo la imagen de perfecta sintonía que han ofrecido en Madrid esta semana el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y su homólogo marroquí, Nasser Bourita. "La relación entre ambos países pasa por su mejor momento histórico", dijo satisfecho el ministro español. Y es cierto. ¿Pero cuál es el motivo de este buen rollo?

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Ahora situémonos en abril del 2021. El entonces líder del Frente Polisario, Brahim Gali, enemigo número uno de Marruecos, pide a España poder ser tratado de una enfermedad en un hospital. La ministra de Exteriores de entonces, Arancha González Laya, acepta por razones humanitarias y le ingresa en La Rioja. Marruecos se indigna y empieza a dejar de controlar los pasos fronterizos ya provocar aludes contra las vallas que rodean a Ceuta y Melilla. Rabat sabe que tiene el poder de derribar a cualquier gobierno español porque es el guardián de la frontera. En Madrid, Pedro Sánchez entiende que debe actuar deprisa si no quiere que la crisis migratoria le pase por encima. Entonces Marruecos, con la sartén por el mango, dicta el precio: dejar de apoyar el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui y defender el plan marroquí por una autonomía dentro del reino alauí.

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Sánchez no duda: entre los saharauis y salvar a su gobierno elige la segunda opción. Destituye a González Laya y nombra a Albares precisamente para que rehaga la relación con Marruecos y prepare la traición a los saharauis. Por tanto, se puede afirmar que el actual gobierno progresista existe gracias al sacrificio de todo un pueblo en el altar de la realpolitik. Sánchez está convencido de que es un precio que vale la pena pagar. Pero claro, díselo a los pobres habitantes de los campos de Tinduf oa las víctimas del bombardeo de Coventry.

Los detalles

1.
Carlos Cuerpo en la CNN

El ministro participa en el programa de Richard Quest

El ministro español de Economía, Carlos Cuerpo, aprovechó su visita a Washington no sólo para encontrarse con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, sino para ser entrevistado en el programa del popular presentador de la CNN Richard Quest. Quest, que es todo un icono, se ha convertido estos días precisamente en uno de los principales críticos con las políticas arancelarias de Donald Trump.

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2.
Isla y la bandera española

El presidente coloca la enseña en la Casa de los Canónigos

La bandera española vuelve a ondear en la Casa de los Canónigos, el edificio que había sido residencia de los presidentes de la Generalitat y que ahora es la sede de la consejería de Unión Europea y Acción Exterior. El gobierno de Salvador Illa la instaló después de recibir un requerimiento del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña a raíz de un recurso de Impulso Ciudadano. El gesto recibió ya las críticas del independentismo.