¿Es posible un Soria Ya o un Teruel Existe en Catalunya?
Alcaldes de Lleida y el Penedès se organizan para crear plataformas territoriales para las próximas municipales
BarcelonaEste jueves se han cumplido tres años justos de que la España vaciada dio un golpe sobre la mesa con una manifestación multitudinaria en Madrid. Una protesta a la que se adhirieron más de un centenar de plataformas de todo el Estado, pero entre las que no había ninguna catalana. Tres años más tarde, las reivindicaciones de aquella marcha han irrumpido en el debate político e incluso se han hecho un sitio en el Congreso –con la aparición de Teruel Existe– y en parlamentos autonómicos como el de Castilla y León –donde Soria Ya fue una de las principales noticias de la última noche electoral–. Pero ¿qué pasa en el caso catalán? ¿Son extrapolables algunas de las reivindicaciones de estos movimientos? ¿Es posible un Soria Ya o un Teruel Existe que sacuda el mapa electoral en Catalunya?
Según Ignasi Aldomà, profesor del departamento de Geografía y Sociología de la Universitat de Lleida (UdL), el caso catalán no es equiparable al del resto del Estado en cuanto a uno de los principales motores de estos movimientos: la lucha contra la despoblación. Aldomà, que también es coautor del estudio Nuevos índices de relevo generacional en el mundo rural –que alerta del posible riesgo de despoblamiento en 200 municipios catalanes–, remarca que “en el Estado ciudades equiparables a Berga se han despoblado”, mientras que en Catalunya este fenómeno es más habitual en pueblos muy pequeños. Sin embargo, admite que “en un contexto de menos globalización” las ofertas políticas localistas “pueden tener salida”.
Pero vamos por partes. A pesar de haber dado el salto a las portadas recientemente, tanto Soria Ya como Teruel Existe son en origen plataformas ciudadanas con más de veinte años de lucha a cuestas. En Catalunya no existe un movimiento de alcance provincial con este recorrido, pero si ponemos la lupa sobre el territorio podemos encontrar plataformas recientes con disparos similares. Es el caso del Moviment de Lluita pel Delta de l’Ebre (Molde), nacido a raíz del temporal Gloria y que denuncia como la falta de actuaciones por parte de la Generalitat y el Gobierno español puede poner en riesgo el Delta. “Nos sentimos olvidados y a menudo utilizados”, lamenta Marc Bertomeu, uno de los portavoces del Molde, que en las últimas elecciones catalanas promovió el voto nulo como protesta y consiguió que en el Baix Ebre y en el Montsià llegara al 3,07% y al 3,77%, cuando hasta entonces este tipo de voto siempre se había movido por debajo del 1%. A pesar de este éxito, Bertomeu es tajante y descarta que el Molde pueda acabar convirtiéndose en un partido como Soria Ya: “Nunca seremos un partido. Si alguien quiere dar este paso tendrá que ser con otro nombre”.
Grupos de presión de alcaldes
Más allá del terreno asociativo, el éxito electoral de la España vaciada sí que ha servido de inspiración para el impulso de varias plataformas políticas. La particularidad catalana es que en este caso no han sido plataformas ciudadanas, sino agrupaciones de varios alcaldes de diferentes colores políticos, pero con problemáticas similares. Es el caso de la Asociación de Micropueblos de Catalunya –nacida hace 14 años, pero en auge los últimos años– y de la plataforma Herramientas de Forestación Rural, que, tal como explicó Efe, empezó el junio pasado siendo un grupo de WhatsApp de cuatro alcaldes y ahora agrupa a más de 520. En conversación con el ARA, el alcalde de Montgai, Jaume Gilabert, explica que no tiene voluntad de ser una “plataforma electoral”, sino una herramienta de presión –se han inscrito en el registro de grupo de presión de la Generalitat– que pretende que el Govern haga política pensante en todo el país y con una visión menos centralista de Barcelona y tiene entre sus principales objetivos la elaboración de un estatuto del mundo rural. Una reclamación que ya hace tiempo que encabezan también desde Micropueblos. Su presidente, Mario Urrea, celebra que en los últimos años el mundo rural ha empezado a tener “un cierto peso” en el municipalismo y ha conseguido que la Generalitat, con quien mantienen contacto a menudo a través de una comisión interdepartamental sobre despoblamiento rural, se mueva.
Los alcaldes del PDECat se mueven
Pero volvemos a la pregunta inicial: ¿puede acabar derivando este sentimiento localista en algún proyecto que cambie el mapa político catalán? Habrá intentos. Este martes, por ejemplo, se presentará en sociedad en Vilafranca del Penedès un partido regional que agrupará a alcaldes y regidores de la zona –la gran mayoría independientes o hasta ahora en el PDECat– y que tiene como objetivo concurrir en las municipales en pueblos y ciudades de las cuatro comarcas de la veguería, sin descartar dar el salto más adelante al Parlament. El alcalde de Cunit, Jaume Casañas (Impulsem Cunit), es uno de los promotores de la nueva formación. En declaraciones al ARA, admite que trabajan en un modelo de partido similar al de Soria Ya o Teruel Existe, pero subraya que en el caso del Penedès no es el despoblamiento la clave de vuelta del proyecto, sino la necesidad de acabar con la sensación de “menosprecio” por parte del Govern y defender un territorio más “equilibrado” y menos centrado en Barcelona y su área metropolitana. Una tesis similar a la que defienden una cuarentena de alcaldes del plan de Lleida –la mayoría también hasta ahora en el PDECat o independientes– que el pasado sábado se reunieron en Vila-Sana para empezar a articular un partido leridano para las próximas municipales –con énfasis en la pérdida de tejido industrial en la zona a favor de Aragón–, pero tampoco descartando, según fuentes conocedoras, el salto a las catalanas.
Aquí aparece, sin embargo, otra dificultad añadida para este tipo de proyectos en Catalunya. Como explica desde la Universitat Rovira i Virgili (URV) Josep Maria Piñol –licenciado en geografía e historia y experto en planificación estratégica y desarrollo local–, mientras en Teruel toda la provincia comparte unas características similares que permiten agruparse detrás de un partido, en Catalunya las Terres de l’Ebre y el Camp de Tarragona o el Pla de Lleida y el Alt Pirineu son muy diferentes a pesar de formar parte de la misma provincia –y por lo tanto de la misma circunscripción electoral–. Esto obligaría a estos movimientos a conseguir muchos votos en sus comarcas para hacerse un hueco en el reparto de escaños de su provincia. Un reto que, a pesar de todo, están dispuestos a intentar.