Josep Vicenç Mestre: "Puigdemont tiene el arrebato de Macià y Pujol la cordura de Prat de la Riba"
Profesor asociado de la UPF y exasesor del Govern de Junts
BarcelonaNacido en Òdena en 1990, Josep Vicenç Mestre es doctor cum laude y tiene un premio a la mejor tesis doctoral en catalán por la Universidad Pompeu Fabra por el estudio sobre el análisis de los discursos de los presidentes de Cataluña entre 1914 y 1933. De esta tesis ha surgido el libro Palabras de presidente. Nación y Estado en los discursos de Prat de la Riba, Puig y Cadafalch y Macià (Editorial Asuntos, 2024). Es profesor asociado en la UPF y ex asesor del Govern de Junts y de la presidencia del Parlament de Laura Borràs.
¿Cuál es el objetivo de su tesis doctoral?
— Entre 2015 y 2016, en plena efervescencia independentista me pregunto si esto siempre ha sido así. La respuesta es que no, y estudio cuándo nace el independentismo y qué pensaba la corriente mayoritaria del catalanismo a lo largo del tiempo. El catalanismo no ha sido independentista hasta el 2015 cuando con Junts pel Sí gana las elecciones con mayoría absoluta. Antes existe independentismo, pero no es mayoritario.
¿Cuál es el hilo conductor entre los tres presidentes que analiza?
— En ese momento creían que la tendencia universal tendería a la Europa de las autonomías. Por eso, en 1919, Puig i Cadafalch defiende la autonomía para Cataluña siguiendo Prat de la Riba. Hay que tener en cuenta que tomamos una fotografía de un momento histórico, en su día el contexto internacional no era el de la secesión de estados, sino de la conglomeración de estados.
¿Alguno de los presidentes ha querido reformar más a España que a otros?
— Prat imagina el concepto de Cataluña adentro y hacia afuera. Adentro, quiere nacionalizar Catalunya, pero también envía a Francesc Cambó al resto de España para que también se extienda la voluntad de federarse. En cambio, a Puig i Cadafalch esto ya no le interesa tanto. No sale de negociar con Madrid y se centra en Cataluña, en la cultura, la lengua, la arquitectura o la arqueología propias. Se refugia en la identidad. Paradójicamente, Macià entiende que España debe ser un compañero de viaje pese a ser independentista. Él mismo proclama a la república catalana hablando por teléfono con Niceto Alcalá-Zamora.
Si tuviera que hacer paralelismos con presidentes contemporáneos, ¿cuáles haría?
— Jordi Pujol es una mezcla de Prat de la Riba y Puig i Cadafalch. A José Montilla le asimilaría a Puig i Cadafalch, porque es más de hechos que de palabras, mientras que Artur Mas siempre se referencia en el marco del pensamiento de Prat de la Riba y en la vivencia de Macià, aunque pienso que se parece más al primero. Carles Puigdemont, en cambio, es un Macià 2.0, incluso tienen en común que realizaron una incursión en Catalunya antes de volver definitivamente del exilio. Diría que Puigdemont tiene el arrebato de Macià, y Pujol la cordura de Prat de la Riba. Quim Torra también se parecería, pienso, más a Macià por su activismo y, a su vez, Pere Aragonès tiene en común con Puig i Cadafalch el lenguaje porque habla de las transformaciones del país y la Catalunya entera –Puig hablaba de la Catalunya entera. Salvador Illa no creo que se parezca a ninguno de los tres: es un verso libre porque desde la vuelta de la democracia es el presidente más españolista que ha tenido Catalunya.
PSC e Isla se enmarcan en la tradición del catalanismo político. ¿Quién decide quién está ahí y quién no?
— Yo entiendo que cada uno quiera referenciarse como quiera. Yo como académico no podría referenciar ahora mismo al PSC en la tradición catalanista. El de Maragall y el de Montilla, por supuesto.
¿Cuál es la diferencia entre el PSC de Illa y el de Maragall y Montilla?
— El presidente Isla es muy consciente de que forma parte del Estado y que no necesita reformar a España para que Catalunya esté mejor. En cambio, Maragall y Montilla sí defienden que debía reformarse España para que Catalunya tuviera un mejor encaje.
Si tuviera que elegir el mejor orador de la época, ¿cuál elegiría?
— Las fuentes de la época dicen que ni Prat, ni Puig ni Macià eran buenos oradores, pero sí creo que con sus palabras transformaron su tiempo. Prat de la Riba, por ejemplo, utilizaba muchos adjetivos y un léxico complejo. Puig era directo, áspero y cantellut, iba por trabajo, no se estaba demasiado por sutilezas o para caer bien al público, se dedicaba a hablar de programa y programa. En cambio, Macià era un soñador impertérrito, le gustaba escuchar a la gente y corresponder a los sentimientos intangibles del pueblo. Si Prat es el idealista que imagina qué Catalunya quiere mañana y Puig el aplicador de la teoría y el que trabaja la identidad, Macià es capaz de conectar con el pueblo, pero no habla tanto del país que quiere. Creo a menudo que hizo mucho más por Catalunya Prat de la Riba que Macià a escala efectiva. Por eso, al igual que el 25 de diciembre vamos a su tumba, quizás también deberíamos ir el 1 de agosto a la de Prat, que se encuentra a escasos metros. Deberíamos rendirle homenaje por todo el trabajo que hizo por el país, y no lo hacemos.