¿Qué se tiene que resolver en el congreso de Junts?

El cónclave del partido tiene que resolver el futuro de Puigdemont y Sànchez

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Imagen de la primera reunión presencial de la dirección de Junts per Catalunya  ayer en el Montseny.

BarcelonaJunts per Catalunya celebra este sábado en Alcarràs un consejo nacional que tiene que anunciar la fecha del congreso del partido. Un cónclave que servirá, por un lado, para renovar la dirección y, por otro, para poner negro sobre blanco la estrategia que tiene que seguir la formación de Carles Puigdemont. Una hoja de ruta que irá directamente vinculada a los dirigentes que asuman el control de la futura ejecutiva. Estas son algunas de las claves que se tendrán que resolver.

¿Puigdemont se irá?

Junts no se entiende sin el expresidente Carles Puigdemont. Cuando el PDECat, bajo la batuta de Marta Pascal, se planteaba concurrir en las elecciones de 2017, fueron Puigdemont y su entorno en el Palau de la Generalitat durante el referéndum del 1-O los que optaron por hacer una lista que dejaba en un segundo plano al partido e incorporaba a independientes. Pasados cinco años de aquella candidatura y dos después del congreso fundacional de JxCat como partido, Puigdemont se plantea si se presenta a la reelección o echarse a un lado para centrarse en su papel en el frente del Consejo por la República. Es la principal decisión que tiene que tomar. A pesar de que siempre ha preferido quedarse al margen de la vida de los partidos –sin participar prácticamente en los debates de la ejecutiva o los consejos nacionales–, Puigdemont es también el principal aglutinador de Junts y en las decisiones clave acaba teniendo siempre un peso determinante. ¿Si Puigdemont decide no volverse a presentar, qué liderazgo puede aglutinar a independientes y posconvergentes? ¿JxCat puede sobrevivir a la ausencia del expresidente en el exilio? Las perspectivas que también tenga en la justicia –Luxemburgo tiene que resolver su situación antes del verano– también pesarán en su decisión.

Carles Puigdemont.

¿Dará el paso Laura Borràs?

Después de Puigdemont, Laura Borràs es quien siempre ha arrasado cuando ha tenido delante una votación ante la militancia. Pasó en las primarias para las elecciones de 2021 frente a Damià Calvet –a pesar de que este tenía el apoyo de los presos políticos– y muchos están convencidos de que puede volver a pasar ahora si decide tener un rol más destacado en el partido. Una decisión que la mayoría de cuadros ya asumen después de que ella misma dijera en una entrevista en el Nacional que “estaba a disposición” si Puigdemont se echaba a un lado. Ahora bien, la simpatía que puede tener en las bases no la tiene por igual en los cargos del partido y del Govern. La presidenta del Parlament representa el ala más abrasada de Junts –su entorno próximo lo forman Francesc de Dalmases, Jaume-Alonso Cuevillas y Aurora Madaula–, pero cada vez genera más reticencias en el sector pragmático, que cree que Borràs tiene menos fuerza después de la gestión del caso Juvillà –con los mismos resultados que la del expresidente del Parlament Roger Torrent– y que el caso de la ILC es una losa para ella y, de rebote, para el partido. Presidir el partido, de hecho, le permitiría seguir teniendo visibilidad aunque la suspendieran como presidenta de la cámara catalana.

Laura Borràs, presidenciable de JxCat, en un acto en Reus.

¿Seguirá Jordi Sànchez?

Jordi Sànchez siempre ha sido ajeno al mundo de Convergència; se conecta a partir del Procés. Tiene ascendencia en decisiones clave de los últimos años a raíz de su conexión con David Madí –como en el paso junto a Artur Mas– y teje su vínculo con Carles Puigdemont durante la legislatura de 2017 con la organización del referéndum. Estos vínculos son determinantes a la hora de decidir que sea él –y no otro dirigente proveniente de CDC– el candidato a secretario general de Junts en el congreso fundacional del año 2020. Desde entonces, su mandato ha sido tortuoso y sus maneras herméticas lo han hecho chocar con dirigentes de peso del partido como Jordi Turull, con ascendencia en el mundo posconvergente, y especialmente con Laura Borràs y Elsa Artadi. El pacto de Govern, que cerró él in extremis con Pere Aragonès, fue un punto de no retorno entre Sànchez, Borràs y Artadi, que decidió no entrar en el ejecutivo, entre otras cosas, por eso. A pesar de venir de los sectores independientes y la ANC, en términos estratégicos se sitúa en el pragmatismo y es quien ficha para el Govern perfiles como Victòria Alsina y Jaume Giró, a quienes hay quien ve un liderazgo de futuro. Ante este escenario, tiene que decidir si se presenta a la reelección.

El secretario general de Junts, Jordi Sànchez.

¿Qué rol tendrá Jordi Turull?

En el año 2016 Jordi Turull era el favorito para ocupar la secretaría general del partido que surgiera de la refundación de CDC. Había recibido la bendición de los “dos presidentes”, de Artur Mas y de Carles Puigdemont, pero su aureola se fue debilitando ante el discurso de las “caras nuevas” y alejadas de la familia Pujol: Marta Pascal fue quien ganó al PDECat. Ahora Turull es quien se perfila como la alternativa a la secretaría general de Junts y su entorno cree que ahora le ha llegado la hora. Lo ven reforzado y con un liderazgo reconstruido después de salir de la prisión y la experiencia de la Travessa per la Llibertat de recorrer toda Catalunya. Ahora bien, de momento en privado él ha negado que quiera optar a llevar a Junts y mantiene la incógnita sobre qué quiere hacer. Hay como mínimo dos posibilidades: una alianza con Borràs (que podría aspirar a la presidencia) o un pacto a última hora con Sànchez. La primera opción no está bien vista por buena parte del sottogoverno –donde se concentra el entorno del turullismo– porque discrepan de la estrategia de Borràs. Y la segunda es “difícil” a pesar de que en los momentos clave (en el mismo congreso fundacional y en el pacto del Govern) los dos dirigentes siempre han acabado pactando.

Jordi Turull en una imagen reciente.

¿Revisar la estrategia?

En estos últimos dos años, Junts se ha caracterizado por mantener una “confrontación” desde el punto de vista retórico sobre el Procés y se ha desmarcado de una mesa de diálogo que consideran que no es útil y solo está avalada por Esquerra. Ahora bien, varios dirigentes también admiten que tienen que concretar en qué se traduce su estrategia más allá de reclamar unidad. Varios cargos, sobre todo del Govern, coinciden en que el episodio del escaño de Pau Juvillà que pilotó Borràs los ha dejado en entredicho y reclaman una preeminencia del pragmatismo a la hora de gestionar el autogobierno. Ahora bien, esta pulsión pragmática contrasta con la más incendiaria que también existe en el partido. Esta tendencia es la que propicia que periódicamente haya voces que reclaman salir del ejecutivo. Una cuestión que varios dirigentes asumen que aflorará en el cónclave de una manera u otra. Será clave, en este sentido, la evaluación que prepara el partido sobre el cumplimiento del pacto de Govern con ERC –de la que hasta ahora no han concretado las consecuencias que puede tener el resultado– y también el desenlace del caso Laura Borràs, puesto que, si Esquerra y la CUP apoyan la suspensión de la presidenta del Parlament por un caso de corrupción, varios sectores reclamarán romper la coalición. Un extremo del que cargos del Govern no quieren ni escuchar hablar.

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