El rey, el gobierno y la lucha política
MadridEsta última ha sido una Navidad de discursos oficiales llenos de buenas intenciones y llamadas al diálogo, pero también de declaraciones paralelas que poco o nada han sintonizado con este tipo de propósitos. Estamos terminando el año con la pesada digestión de los resultados de las elecciones autonómicas en Extremadura, y encaramos otro en el que Aragón, Castilla y León y Andalucía completarán el cuadro. La gran incógnita es si este ciclo se traducirá en el inicio de una nueva etapa política y si realmente el PP y Vox serán sus principales protagonistas, o si lo que un día se calificó de alianza progresista será capaz de resistir.
Aquel pacto estaba limitado a la investidura de Pedro Sánchez, y el supuesto muro construido en torno a su gobierno se ha convertido con el paso del tiempo en una estructura de defensa con muchas grietas. Pero el hecho es que no se cae. Sin embargo, ante los resultados de los comicios extremeños, nadie diría que las principales tropas de contención, las socialistas, están en condiciones de aguantar muchos más embates. Tienen –con razón– la moral más que tocada, y están en desacuerdo en cuanto a las estrategias a seguir. Pero la torre principal, la de Moncloa, en el centro de las estructuras de poder, se mantiene, y no tiene ningún deseo de rendirse. La batalla, en definitiva, sigue.
De las generales, por ahora, ni hablar. Por el contrario, la vicepresidenta María Jesús Montero ha explicado que tiene terminado el diseño del proyecto de presupuestos del Estado para 2026, habiendo hecho contactos con varios partidos y con voluntad de presentarlos en el Congreso. La duda sigue siendo si esta propuesta será sometida a votación, dado que hay pocas, por no decir nulas, posibilidades de que se aprueben. Probablemente esta operación sirva para llevar a cabo legítimas acciones propagandísticas, aunque de difícil traducción práctica. El gobierno expondrá cuáles serían los beneficios de su iniciativa, iluminará un escaparate –la oposición dirá que ha extendido una manta– de planes de gasto social, y se preguntará quién, y con qué intenciones, será capaz de impedir su aplicación. Un mensaje dirigido no exclusivamente a la derecha dicha moderada ya la constatada como extrema, sino también a los socios de largo recorrido ya los de circunstancias, para que todo el mundo tenga que mojarse.
La nueva financiación
No sé, francamente, si este tipo de estrategias van a servir de gran cosa. Tendremos debate y ruido pero diría que pocos resultados prácticos. La gente valora y agradece los planes de atención social. Pero sobre todo cuando se aplican, más que cuando se diseñan y exponen. Sin embargo, el gobierno tiene preparado otro anzuelo para el próximo acto de esta legislatura. Se trata de la propuesta de nuevo sistema de financiación autonómica. Hay quien piensa que por ese camino los socialistas se van a complicar inútilmente la vida, porque la vicepresidenta Montero es la candidata a la presidencia andaluza, un papel incompatible con el de negociadora eficaz del reparto de fondos entre las comunidades autónomas.
Sin embargo, una vez más la política tiene momentos en los que se asemeja a los ejercicios de prestidigitación cuando incluyen la subida al escenario de un espectador. No es difícil imaginar a Montero sacando monedas de oro –o de chocolate envuelta en papel dorado– de la nariz o de detrás de la oreja de los consejeros de Economía del PP, obedientes al mandato de su partido para rechazar cualquier ofrecimiento surgido de las manos del sanchismo.
El peor riesgo, vistas las cosas desde Catalunya, es que esta representación se envenene una vez más. Me refiero a la posibilidad de que la discusión se desarrolle de nuevo en torno a eventuales concesiones a la demanda catalana de un sistema singular de financiación. Llegará el día en que esta reivindicación se discutirá en serio, pero no sé si ahora hay condiciones para conseguirlo. No digo por obtener este tipo de solución, sino sencillamente por pretender un debate sereno. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y ERC, que pactaron objetivos en este terreno, tendrán que defenderlo. No descarto avances hacia un modelo y estructura de Agencia Tributaria propia en Catalunya, sin dejar de preguntarme hasta qué punto plenamente autónoma.
Hay cuestiones en las que la posible decisión de hacer de la necesidad virtud siempre encontrará grandes resistencias. Muchos socialistas, sobre todo de las generaciones más veteranas, están convencidos de que el descalabro electoral que han sufrido en Extremadura no es exclusivamente el resultado de las tramas y los episodios de corrupción que han recorrido y colonizado el partido, sino de una pérdida de confianza y de un extenso malestar social. Este cabreo tendría que ver con causas muy diversas, entre ellas las relaciones con los partidos independentistas, aunque éstos puedan pensar que esta legislatura han obtenido poco. Basta con haber escuchado históricamente al expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, muy presente en la campaña autonómica, para constatar que la política en esa comunidad ha tenido siempre no solo un ojo puesto en Catalunya, sino cierta fijación, a veces obsesiva.
El discurso de Felipe VI
Con estos antecedentes llegamos a la siguiente estación, la del 2026. Y en este punto creo de interés tomar nota de algunos pasajes del discurso pronunciado por Felipe VI en la víspera de Navidad. El rey mencionó de nuevo a la Transición para decir que fue sobre todo "un ejercicio colectivo de responsabilidad", como expresión de una "voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo". Para añadir que "aquello coraje –el de avanzar sin garantías pero unidos– es una de las lecciones más valiosas" de esa experiencia.
En los próximos años –y no sólo en el 2026– este tipo de propósitos y estrategias serán importantes para Catalunya. El papa León XIV transmitió mensajes similares a escala global al día siguiente y envió un saludo especial a los cristianos que viven en Oriente Medio, consciente de su "sentimiento de impotencia frente a las dinámicas de poder que los superan". Poco después Trump anunciaba un ataque militar a objetivos del grupo terrorista Estado Islámico en Nigeria, por sus continuos asesinatos de "cristianos inocentes". Me quedo con el mensaje del Papa cuando reivindicó, esta vez refiriéndose a Ucrania, "el valor para dialogar de forma sincera, directa y respetuosa".