Sánchez pierde el aura anticorrupción

BarcelonaPedro Sánchez llegó al gobierno en junio del 2018 después de una moción de censura a Mariano Rajoy provocada por una condena judicial por corrupción contra el PP como partido. Por tanto, la bandera bajo la que construye su trayectoria política, al menos en un primer momento, es la de la regeneración de la política, la limpieza y la lucha contra la corrupción. Todo esto es lo que ahora queda entredicho con el caso de que afecta al exministro y ex secretario de organización del PSOE José Luis Ábalos, la persona que le organizó la campaña de primarias que ganó contra Susana Díaz y que seguro le animó a presentar la moción de censura.

Para entender por qué Sánchez se pone en manos de Ábalos hay que situarse en la grave crisis que vive el PSOE en el 2017, cuando los principales cuadros y dirigentes del partido dan la espalda a su secretario general y lo defenestran. Sánchez se encuentra de repente solo y dudando sobre lo que debe hacer. Éste es el momento en que entra Ábalos en escena, un veterano de la federación del PSPV enfrentado entonces al presidente Ximo Puig, que desconfía de él. Ábalos es un hombre de partido, que conoce muy bien todos sus resortes y la forma de hacer política en la valenciana, es decir, acostumbrado a sobrevivir en un partido en crisis permanente hasta que recuperó el poder en el 2015, con multitud de batallas internas y cuchilladas entre compañeros. Es alguien que infunde respeto y transmite seguridad, y eso le gusta a Sánchez, que necesita a alguien precisamente como él para enfrentarse a la maquinaria del partido. Y Ábalos ve la oportunidad de revancharse de Puig, que en ese momento está enfrentado a Sánchez.

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Sánchez puso todo el poder del partido en sus manos y después le dio el ministerio que gestiona más dinero, el de Fomento, como ya había hecho antes Zapatero con José Blanco, por cierto. Pero Ábalos, como se ha visto, tenía una cara B. Puig, que al final se reconcilió con Sánchez, ya le avisó. Y éste, viendo que su ministro se había convertido en un habitual de la prensa de derechas a raíz del caso Delcy y otros, aprovechó una remodelación del gobierno para quitárselo de encima.

Si tenemos que creer lo que dice el entorno de Sánchez, el presidente español no sabía nada de las actividades de Ábalos, pero sospechó que iban mal datos cuando estalló el caso de las mascarillas, y por eso le va reclamó el acta y le expulsó del partido. Ahora confían en que el cortafuegos será suficiente, pero hay algo que Sánchez ya no podrá recuperar nunca, que es el aura anticorrupción con la que llegó al gobierno.