"Con 12 años nos amenazó con un cuchillo porque no la dejamos salir por la noche"

Los familiares de los chicos con problemas mentales graves reclaman más recursos públicos

Barcelona"Si no lo vives, es difícil de entender", avisa Roger (nombre ficticio) para explicar la pesadilla que sufren en su casa. Él y su mujer las han visto para todos los gustos. Y también han tenido que sentir. "Lo que necesita a esta niña es amor", dice que le aconsejó un mosso d'esquadra cuando fueron a comisaría para intentar denunciar a su hija. En otra ocasión, un agente le reprochó que quisiera denunciar a una niña de solo 12 años cuando él medía casi dos metros. Pero lo que había tenido la niña aquella vez no era ninguna pataleta. "Nos amenazó con un cuchillo porque no la dejamos salir la noche de Halloween", recuerda Roger.

Natàlia (que también es un nombre ficticio) fue adoptada con cuatro años de edad. "Al principio fue como una luna de miel", recuerda el padre. Poco a poco, lo que parecía que era un carácter fuerte de la niña fue subiendo de intensidad. "Con 9 años nos faltaba al respeto y no cumplía las normas. Nos pusimos en manos de psicólogos e hicimos terapias", dice. Pero avanzaba muy poco. A medida que se hacía mayor, los problemas que generaba Natàlia también crecían y cuando entró en el instituto se dispararon. En poco tiempo esta familia ya era conocida por la Policía Local y recibía de vez en cuando la visita de los Mossos. "Llegaba a casa drogada, se iba y no sabíamos cuando volvería", dice. Recorrieron a los recursos públicos, en un Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ) donde le recetaron una medicación. No funcionó. El servicio público "está saturado", denuncia la familia, que llegaron a la conclusión de que tenían que buscar ayuda en el sector privado. Esto implica 4.500 euros al mes. El nuevo recurso tampoco mejoró el carácter de Natàlia. "Nos insultaba en las visitas y se escapaba constantemente hasta que la expulsaron", recuerda. Los padres, totalmente desesperados, habían activado previamente una pretutela con la dirección general de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) de forma que después de la expulsión quedó en manos de la Generalitat. "En el enero de este año se fugó y desde entonces no sabemos nada. En julio cumplirá 18 años y la DGAIA ya nos ha dicho que ellos ya no la buscan", dice.

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El trastorno de Natàlia no está claro. En uno de los centros les dijeron que sufría un trastorno límite de la personalidad, pero en otro les aseguraron que no tenía ningún problema psiquiátrico. "No puede ser constante, no puede aceptar las normas", dice el padre, que lamenta que "no haya nada ni en el sistema público ni privado" que los haya podido ayudar.

En Catalunya hay 52 CSMIJ y sus equipos se están reforzando este año ante la evidencia de que cada vez hay más demanda. Hay también centros de día y otro servicio que visita a domicilio para hacer un "abordaje intensivo", según explica Aina Plaza, directora general de Planificación en Salud. El objetivo de estos recursos es siempre intentar "empoderar" al paciente y su familia. Finalmente, hay desde el año pasado diez equipos guía formados por un psiquiatra, un psicólogo clínico, un trabajador social y un educador social. Buena parte de estos recursos son relativamente nuevos y, de momento, insuficientes, según denuncia la presidenta de la Asociación de Familiares Afectados por Trastorno de Conducta (Afatrac), Charo Díez. Esta entidad pone el foco en los problemas que sufre el entorno más inmediato de los chicos que tienen estos trastornos. Muchos trastornos de conducta a estas edades se pueden solucionar con cierta facilidad, pero algunos, como el caso de Natàlia, son severos y pueden tener consecuencias graves.

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"A menudo nos preguntamos si todavía nos queda esperanza", dice Roger. "Tenemos muy claro que si en un tiempo conseguimos tener relación, la mantendremos, pero hay una línea roja y es que en casa tiene que haber normas y respeto".

Empezar por dejar la droga

"Muchos de los trastornos de conducta van acompañados del consumo de tóxicos" explica Òscar Pino, coordinador del Centro de Salud Mental de Adultos de Benito Menni en Hospitalet del Llobregat. Para empezar a tratar estos casos hace falta primero la voluntad de dejar los tóxicos [las drogas]", dice. A medida que el paciente crece y madura, es más fácil. "Un adolescente no tiene las mismas repercusiones por el consumo de droga que una persona adulta, que pierde el trabajo, lo abandona la pareja... La repercusión [del consumo] de tóxicos en adolescentes, como el fracaso escolar, a su entender no es tan grave y no se dan cuenta de que quizás tienen un problema". Otro paso fundamental es detectar cuál es el origen de esta agresividad, que puede ser multifactorial", según explica María Martín, psiquiatra y coordinadora del área de adolescentes del mismo centro.